Un blanco de auténtico disfrute

Aunque el corcho sale pulverizado, con un adecuado colado y trasvase conseguimos recuperar prácticamente todo el vino.

Precioso color dorado que después de las operaciones mencionadas, aparece limpio y con un gran brillo. Graso.

Posee la nariz de un blanco de la zona, de gran calidad, maduro y estructurado. Ante todo, muestra unas intensas e inequívocas notas a frenazo, gasolina o como queramos llamarlas. Después, flores marchitas, frutas escarchadas, agua de azahar, jengibre, miel, ebanistería, desván y yodo. 

Boca musculosa, densa y glicérica sustentada por una acidez maravillosa. El alcohol aún no ha terminado de mitigarse, estos alsacianos siempre lo conservan. Paso masculino y marcado que deja las mismas notas que habíamos encontrado anteriormente.

Final muy largo. Recuerdos complejos.

Muy bueno. Ha evolucionado como los grandes y creo que todavía tiene mucha cuerda. Curiosamente, encontramos bastantes similitudes con los blancos riojanos viejos. Recuerdo un Frédéric Émile 1992 y un Weinbach 1994 muy parecidos.

 

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