Lejos de los peligros de la Mafia y de las erupciones constantes del Etna, Tonino Guzzo - enólogo de renombre - cultiva la vid en pedazos de tierra montañosa : procuce tintos a base de nero d'Avola o de perricone y, sobre todo, un blanco muy peculiar procedente de la catarrato bianco, una uva poco conocida por el gran público.

          De color amarillo paja muy brillante con destellos dorados, se expresa de manera inmediata, a copa parada : es un conjunto oloroso de varias notas frutales : lima, pomelo rosado, tangerina y manzana verde. Al mover la copa, salen aromas menos llamativos como el albaricoque, el espino blanco, el kiwi gold y la piel de pera. Es una delicia para la nariz, siempre que el vino sea jarreado con un par de horas de antelación. En boca, decepciona a casi todo el mundo, porque recuerda vagamente a la viognier y a la rolle : textura grasa, cuerpo ligero, más ancho que largo, acidez baja. Lo más interesante radica en el regusto bastante salino - ¿ mineralidad o influencia del aire marino ? - pero demasiado corto : diez caudalías.

        Quizás hayamos cometido un pequeño error : se trata de un vino de consumo rápido - alrededor de dos años de guarda - en fase de declive. Tomado como aperitivo con brochetas de mejillones, convenció a una minoridad de catadores, gracias a su perfume complejo y a su excepcional relación calidad precio. Es obvio que Tonino Guzzo y Arianna Occhipinti son las puntas de lanza que ayudan a Sicilia a salir de su letargo. ( PVP : 10, 70 € )