Si los italianos son franceses de buen humor, según Jean Cocteau, en este caso, los nicenses - italianos de corazón - son mansos, amables, humanos, aunque más tercos que mulas, y muy enraizados a su tierra. Vincent Dauby - nativo en Éze - no es la excepción a la regla : sostiene rotundamente que la variedad fuëlla nera no tiene nada que ver con la uva négrette, también llamada erróneamente folle noire, sea dicho de una vez por todas.

                   Su vino ennegrece las copas como una especie de tinta china. Sus aromas y sabores recuerdan a los de las frutas negras y de las flores mediterráneas : el casis, las moras de Boysen, la tisana de violetas y los pétalos de rosas marcescentes. Simplemente halucinante de principio a fin, presenta una textura liviana, finísima, delicada, refinada y, sin embargo, es un puño de hierro en guante de seda : los taninos densos se incorporan a un cuerpo pleno y carnoso, dejando en el paladar un gusto ligeramente acre, terrroso, casi ahumado, que perdura largo tiempo. Es un vino muy escaso que se sale de lo corriente, auténtico, directo, rebelde y salvaje ; una rareza que tiene mucha cuerda. Destaparlo la víspera para el día siguiente o intentar olvidarlo y catarlo tras un par de años, cuando sea mayor.

                    Lo del precio se justifica al menos por dos razones : los rendimientos muy bajos y los altos impuestos sobre la propiedad. Nuestro viñatero no se queja de su suerte - se dirige a una clientela ilustrada - pero no tiene medios para comprar un terreno baldio de una hectárea que cuesta la friolera de 350.000 € : pone a mal tiempo buena cara, se contenta con lo que tiene y se desloma trabajando ; en su sabia resignacíon, en su risa dulce y en sus gestos minuciosos, hay un sabroso toque de Italia. ( PVP : 29 € )