¡Viva Cigales!.

Una D.O. que hace años triunfó en el norte de España pero por una política comercial "del todo vale" se vino abajo. Ha sido un claro ejemplo de lo que no se debe hacer. Las nuevas bodegas y proyectos tratan de recuperar el tiempo perdido. Pascual Herrera (D.P.) y ahora Julio Valles tratan de ponerla en el lugar que les corresponde y el camino emprendido nos dice que lo van a conseguir.
Vino encerrado en una original botella que podriamos decir que es una borgoñona de cuello muy largo. La etiqueta que la viste es original, elegante y de diseño moderno en la que predomina el color blanco y el oro. Correcto corcho que la cierra.
A la vista un color rosado salmón de capa baja. Limpio y brillante. Muy buena, densa y lenta lágrima en su desplazamiento por el cáliz de la copa.
En nariz notas punzantes de frutas rojas, tales como fresas, mayuetas, chuches de las mismas y cítricos
En boca, elegante, fresco, sabroso, con volumen, untuoso, goloso, con una presente y elegante acidez que invita a beber y que le puede otorgar un par de años en plena forma. Muy grato y sabroso paso de boca. Es un vino muy largo. Me da una permanencia de 3,00 minutos.
ESte vino es un claro ejemplo de la notable mejoría de los vinos de Cigales y que bien se puede codear con cualquier rosado de España y allende fronteras.

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