¿Qué no viven?. ¡Ja, ja, ja!.

Botella nº 5519. Vino encerrado en una botella bordelesa estilizada vestida con una seria y elegante etiqueta que está cerrada con un corcho de calidad que se encuentra en perfecto estado y manteniendo su elasticidad.
A la vista un color amarillo ambar. Limpio y brillante. Muy buena, desnsa, abundante y lenta lágrima en su deslizamiento por el cáliz de la copa. Ribete ambarino.
En nariz, en un principio, está muy cerrado. Es un vino que se puede perfectamente airear en un decantador. Necesita tiempo para demostrar lo bueno que encierra. Realizado un buen trabajo de muñeca, me encuentro con frutas blancas muy, muy maduras, elegantes y muy maduros cítricos y leve piel escarchada de naranja. La madera de su crianza desaparecida.
En boca está muy glicérico, equilibrado, muy elegante y aterciopelado, con mucho volumen en boca. Te la llena muy satisfactoriamente. Retornan muy agradablemente las frutas percibidas en la fase olfativa. La madera de su crianza muy bien integrada. Mantiene una elegante acidez que invita a beber y que le dará más años de vida (lástima que sea la última botella). Gratísimo, elegante y aterciopelado paso de boca. Es un vino muy largo. Me da una permanencia de 3,00 minutos.
Vino con el que he tratado de experimentar cuanto puede vivir.

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