Un vino único, creo que irrepetible y que siempre tendré presente.

Color rojo cereza de media capa y ribete teja. Es un vino que desde el principio hace saltar las alarmas de los sentidos y se unen con las experiencias más vitales vividas tras el paso del tiempo. El vino es emoción y sentimientos, para poder describir este vino tengo antes que hablar de esta forma, porque si no, no consigo estar al nivel de hacerlo. Es un vino distinto, especial, emotivo, que recuerda a las frutas rojas muy sutilmente y en la lejanía : sabes que están ahí pero casi no las percibes hasta que te das cuenta de ello y entonces surge una pequeña sonrisa en tu cara en forma de mueca. Es un vino con un carácter claramente mineral metálico (plata vieja), con alma y golpe de corazón. Hay matices terrosos, tierra en macetero de madera - semillero, muchas especias de carácter dulce y picante (pimienta – nuez moscada). Tiene un carácter de austeridad elegante que traslada maderas viejas aromáticas, cueros viejos, tabaco rubio, regaliz y sotobosque umbrío. Hay aromas de toffe y café con leche. Al final hay un matiz que recuerda al mineral oxidado y a los aromas cárnicos, y después vuelve a salir la frutilla pequeña del bosque especiada. En boca es una maravilla, a la fruta pequeña del bosque madurita se le unen toques picantes, especiados y de curry. En el paso es muy fresco, sutil, sedoso, aterciopelado pero al mismo tiempo con agarre y mucha personalidad bajo la impronta de unos taninos perfectamente integrados. En la retronasal salen notas de carne cruda y algo de sangre. El posgusto es una maravilla, de carácter frutal y especiado, deja la sensación como de ir de paseo en un Rolls Roys a 90 kilómetros por hora por una carretera donde los baches se convierten en dulces balanceos sensoriales. Un vino único, creo que irrepetible y que siempre tendré presente.