Este vino francés en formato Magnum fue el primero que servimos en la comida del día de Navidad en casa de mi amada mamá en compañía de los míos (lo que toca). El segundo vino fue un Martinez Lacuesta RE 1928. Etiqueta clásica con un bonito grabado del Chateau. Abrimos la botella (que presentaba un nivel de líquido excelente) dos horas antes y servimos a 18°C:

VISUAL: Posee un precioso color rojo picota muy oscuro, de capa alta con el ribete amoratado. Su lágrima es densa, fina, abundante y ligeramente tintada (92).

OLFATIVA: A copa parada se muestra potente, con carácter. Hay mucha fruta roja madura (mermelada de fresa) y un marcado apunte mineral a mina de lápiz. Al agitar aparecen aromas especiados de canela y pimienta negra, herbáceos de monte bajo (tomillo), notas de aceitunas negras, un marcado apunte a pan tostado y al final una buena pátina de terciarios: cacao, café torrefacto y cuero curtido. De alta intensidad y bastante complejo (90).

GUSTATIVA: En boca nos encontramos con un vino amplio, carnoso y un tanto terroso. De alta acidez y con los taninos bastante dulcificados aunque aún presentes. Poseedor de una estructura colosal, pétrea. En retronasal nos devuelve de nuevo aromas especiados y a pan tostado con ese toque mineral de grafito. Creo que está en su clímax aunque tres o cuatro años los aguanta con toda seguridad. Un señor vino, una delicia para los sentidos, elegante y señorial (92).

La RCP fue excelente pues conseguimos esta Magnum en subasta por 26 euros y realmente estamos ante un Grand Cru con mucha clase.

Nos tomamos este vino acompañando uno de los platos típicos de Navidad en Barcelona, una "escudella catalana de galets" y su "Carn d´Olla" después, con un cuerpo y un sabor muy potentes, igual que nuestro aristocrático Saint-Emillon. La mineralidad y esa elevada acidez ayudaron a "domesticar" la extraordinaria orgía de sabores cárnicos. Delicioso y acertado maridaje, sí señor.
Salud-os!!