El sublime juego aristocrático.

Al abrir una botella del Château Petrus, lo estamos haciendo de un vino denominado mito, al referirnos al mas caro del mundo, utilizando métodos a la antigua usanza, fermentado en antiguos depósitos de hormigón, como base de elaboración de esta bodega, cuyos viñedos con una extensión de poco mas de 11 hectáreas, esta formado por una capa de gravas situadas entre dos capas de arcilla que actúan como esponjas, evitando excesos y carencias de agua. Sea como fuere, el caso es que siempre nos encontramos añada tras añada, con verdaderas joyas enológicas, que por desgracia no están al alcance de todos los bolsillos, salvo poder aprovechar algunas y buenas oportunidades para adquirirlos

Particularmente lo considero un excelente vino, aunque también hay otros de menor importe que me merecen la misma consideración. Esta añada 1994 la podría denominar como un juego aristocrático donde nada es lo que parece, el juego del escondite, donde igual te ofrece como te quita, aparecen y desaparecen, eminentemente expresivo y de repente se queda plano, con elegantes y finos aromas, y posteriormente emigran, entre lo sublime y la perplejidad, la sensualidad y el atropello. Todo menos dejarte indiferente.

Así pues, en general nos encontramos ante un vino todavía en estado joven, muy complejo, lleno de matices, expresivo, elegante, donde se me entrecruzan todo el abanico de aromas sin un claro dominio, aunque sí mantiene una buena carga frutal, sobre todo fruta negra muy madura (cerezas, moras ciruelas) con un agradable toque licoroso, especias como clavo, canela, anisados, mentolados, frutos secos, hoja de tabaco, regaliz negra, madera aromática que puntualmente da la impresión de añeja, cuero húmedo, sotobosque, vainilla, brea y mas……

En boca tiene una entrada majestuosa, intensa, con buen cuerpo, joven a pesar de su edad, potente, elegante, sabroso y muy goloso, con buena acidez, excelente estructura, envolvente, con taninos presentes pero muy bien integrados, sin que lleguen a molestar en ningún momento, con un final interminable y una agradable persistencia licorosa.

Este vino puede aguantar perfectamente por su estructura muchos años, si bien en visual se nota evolucionado con tonos granatosos y atejados.

Por cierto, aprovecho para indicar que mi valoración anterior corresponde a la añada 1996 habiendo sido referenciada por error como 1994.