Rosado asalmonado brillante.
Buena intensidad en nariz donde destaca por su balance entre frescura y complejidad. Notas florales, fruta roja bien madura, herbáceos y especias, monte bajo, balsámicos, tonos minerales, todo perfectamente definido y con gran expresión.
En boca es uno de esos vinos que llamamos gastronómicos porque por sus características van bien con casi todos los tipos de alimentos, fina acidez y estructura de tinto pero con frescura de blanco, dejando en el final recuerdos frutales y minerales, con un sutil punto tánico y una buena persistencia.
Chateau Simone es uno de los productores históricos de la Provenza y su Palette blanco y tinto envejecen con la clase de los grandes, nos faltaba probar su rosé y lo cierto es que es quizá el que más nos ha sorprendido, este 2011 está todavía joven y es un vino con una clase formidable, quizá el mejor rosado tranquilo que hayamos probado junto con el de Tondonia. No es barato (unos 35 euros) pero es muy bueno.