De color rubí marronoso muy claro, evolucionado, de capa media-baja. Reflejos anaranjados, sin mucho brillo, mate. Ribete amplio al punto de confundirse con el menisco.
Aromas de media intensidad, finamente tostado y reducido. Salen apuntes de muebles viejos, anticuario, barnices, aceite de tung junto a un fondo a incienso copto y sacristía. Le cuesta mover ficha y parece claro que muestra ya síntomas claros de cansancio. Hay algo de fruta pasa (higos, ciruelas pasas, algarroba) apoyada en curtidos y especias de navidad, jengibre, enebro. Mucha información pero falta unidad y auténtico enfoque.
En boca es generoso, graso, maduro, dando una sensación levemente licorosa, cálida, y del todo abocada, que hace pensar en la inclusión de más garnacha de la declarada. Educado, facilón, cremoso, con taninos extinguidos por los años y un resto salvador de acidez. Le falta la conocida pegada de la marca pero mantiene el encanto de lo conocido. Aunque el crianza de Monte Real siempre estuvo por detrás del reserva su evolución en el último año comienza a ser preocupante. No hace tanto era un vino sólido, de lo mejor del 83, pero parece que va a venirse abajo ya mismo. Ha aguantado como un titán estos últimos 30 años así que merece un respeto. Ojalá se elaboraran vinos de media crianza como éste en la actualidad.
Más información del vino: http://vinosclasicos.blogspot.com.es/2015/02/monte-real-1983.html