Bonita rareza

Difícil datar la botella, parece de los 40, es muy parecida a la de Murrieta del 37 (soplada a mano, vidrio iregular y grueso con muchas imperfecciones).

Color oro viejo bruñido, con matices ocre pronunciados, tirando hacia el color de un amontillado, brillante, con ligero sedimento.

Nariz muy cerrada de inicio, va abriendo a notas de cera y unos curiosos pero intensos aromas a boletus. Después, avainillados y torrefactos de la madera, notas a miel y de fruta (ciruela blanca) más complejo que intenso. Necesitado de mucho tiempo y aireación, que no tenemos hoy.

En boca es voluminoso, con esa fruta compotada y notas amieladas que le dan un carácter dulce aunque es bien seco, con la acidez un poco justa ya. Final notable que deja un regusto a cuero viejo y carne de membrillo.

Una suerte poder probar este raro vino; aún vivo y muy disfrutable, aunque ya no dará mucho más de sí. Historia viva de la rioja más tradcional. Aunque con las “prisas” nos perdimos algo seguro…

Cookies en verema.com

Utilizamos cookies propias y de terceros con finalidades analíticas y para mostrarte publicidad relacionada con tus preferencias a partir de tus hábitos de navegación y tu perfil. Puedes configurar o rechazar las cookies haciendo click en “Configuración de cookies”. También puedes aceptar todas las cookies pulsando el botón “Aceptar”. Para más información puedes visitar nuestra Ver política de cookies.

Aceptar