Rojo cereza con ribete granate teja. Preciosa nariz con un guiño de canela seca sobre frutillos rojos maduros con puntitas de maduración que recuerdan al pastel de arándanos horneándose. En su fondo hay especias, maderas viejas, ebanistería, humus, cárnicos y cierta mineralidad que recuerda a la alfarería ( horno de barro ). En boca es muy rico, frutal, con curiosas notas cremosas de café con leche y leche condensada. Es largo, fresco, con un posgusto rico y frutal que invita a buscar enseguida otra copa ya que ostenta una excelente acidez. Retronasal muy fina y elegante. Excelente recorrido en botella. Conforme más tiempo pasa más convencido estoy de que los Riojas se descubren con años en botella, por lo menos los elaborados antes del 2.000. Quizás algunas bodegas buscaron un cambio de perfil que los hicieron más comerciales y para disfrutarlos al sacarlos al mercado, perdiendo esa capacidad de desarrollo en botella y de sorprender con el tiempo. Las dos cosas son incompatibles, creo. Este vino, siendo un crianza del 94 y que se comercializó en su época entre 350 y 400 pesetas, es grande por eso. A nosotros nos pasa igual, sabemos más sobre ellos tras interpretar las sensaciones después de cierto tiempo transcurrido y habiendo probado muchas botellas. Todo en esta vida es cuestión de prestar atención y de tiempo, llega un momento en el que lo que se ve por el espejo retrovisor empieza a ser más importante que lo que se ve por el cristal frontal. Este vino se encuentra en perfecto estado y para seguir su proceso en botella, con una dignidad que pone los pelos de punta, en mi caso, por muchas razones.