Ni chicha ni limoná...

Salvo champagnes y un cava (sí, sólo uno), no suelo probar los rosados. Esta vez lo probé porque lo llevaron a la calçotada. Me resultó insulso, tanto en nariz como en boca. No me dijo absolutamente nada, además de no gustarme cómo maridó con los calçots. Y encima cuesta alrededor de 18 euros. Por ese precio hay muchos blancos y tintos que prefiero. Tendrá su público, pero yo no me incluyo.

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