Interesante, sin duda no te deja indiferente.

En nariz puede parecer un fino y viejo Rioja, diría que hasta podríamos creer que se trata de un viejo Barolo.
Es un vino que parece no tener siete años, parece que tuviera 30, con todo lo bueno y lo menos malo que pueda parecer. Y no repito más lo de parece...

Hay una cuadra limpia, la vamos abandonando conforme el vino se airea, para llegar a unas finas notas de cueros, marroquinería, ebanistería, hojas de pino, rebotica, sabanas de lino, pimientas, clavo, vainilla, café, mokas, y una fruta madura y sazonada, llega a golosa, hay cerezas y guindas, cascara de naranja, hierbas medicinales, tabaco de Virginia. Todo ello con una inusitada frescura, más propia de sus edad, que consigue que el conjunto no sea pesado, simplemente envolvente.

En la boca el vino pesa, tiene una entrada noble, surge y sobresale un tanino con brío y una acidez propias de la añada 2008. Hay jugosidad y la paradoja de la frescura y del peso frutal en contra posición a lo que expresa en la nariz. Te divide, te engaña, te confunde.
Dejo de reflexionar, lo degusto, sintiendo su textura untuosa, el fondo de la crianza noble, las especias, el pimiento asado y unas frambuesas maduras y tiernas, casi na.

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