De color rubí marronoso de capa media-baja, evolucionado, muy claro, translúcido. Reflejos cobrizos y atejados, sin mucho brillo. Ribete amplio, anaranjado, sin apenas diferencia respecto al menisco.

Al abrir nos encontramos un vino mudo, sin registro alguno: ni bueno ni malo. Simplemente, no hay nada!! Por mucho que lo jarreamos, decantamos, volvemos a servir, removemos frenéticamente y forzamos la pituitaria, no es posible sacarle ni una sola palabra. Un tipo duro!! Parece que el vino falleció prematuramente en botella y ha quedado discretamente embalsamado, incorrupto, sin los habituales tufillos que echan para atrás.

Y la sorpresa en boca: muy correcto, suavísimo, redondo-redondo, equilibrado y todavía vivito gracias a una acidez que tensa el conjunto con muy buenas formas. ¿Pero qué puede haber pasado aquí? Inexplicable!! Está bien integrado, de medio cuerpo, ligero, fácil de beber, sin que muestre ningún defecto que explique la ausencia de aromas. Cuesta explicar el fenómeno. Lo mejor será volver a abrir otra botella pronto.

Más información del vino: http://vinosclasicos.blogspot.com.es/2015/02/marques-de-legarda-1987-gran-reserva.html