Vino Marqués de Poley Amontillado 1951

Visual:

Oro viejo con tonalidades cobrizas. Abundante lágrima.

Olfativa:

Una nariz tremendamente elegante y llena de registros. Hay cáscara de naranja, ebanistería, fruta escarchada, café con leche, manteca de cacao, caña de azúcar, frutos secos y flores secas. Vuelves a hundir la nariz y el barniz, la hoja de tabaco y la humedad de un desván cerrado hace años te enamoran. Mueves la copa y percibes más y más naranja, miel y vegetales asados.

Gustativa:

En boca es salino y tiene una acidez cítrica. Aquí sigue acompañando la naranja, la avellana, las notas licorosas y yodadas. Tiene intensidad, complejidad, es larguísimo y muy cálido. Tiene una final amargoso y es aterciopelado. Un vino longevo, lleno de vida y que evoluciona a pasos agigantados en copa.

Soy consciente de que la puntuación es baja pero es la que consideré en el momento de puntuar, catar a buen ritmo es lo que tiene. Estoy convencido de que con calma y 30 minutos más en copa las décimas habrían subido. También ha afectado la opulencia del amontillado catado justo antes. La cuestión, que este vino desde la primera vez que lo probé hace unos meses me tiene enamorado. Un vino de sofá, conversación y porque no, de meditación en soledad.

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