Es todo un espectáculo, es un ramillete de flores blancas, para dejar paso, para convertirse, en un paquete de chuches, las tiene todas, no defino ninguna. Hay cascara de naranja, con una finura y una expresión sin igual y a mi me gusta. Es de un color tan pálido que parece que no vaya a tener nada dentro. Es un perfume, limpio y fresco, especiado, ahora se va con un grato recuerdo a hierba buena...
(se va por que quiero entrarle a la boca, que ya no aguanto más...)
En la boca es fresco, jugoso, algo salino, muy vivo, se bebe sin sentir, pasa con delicadeza, sin rubor, tiene una acidez viva, limpia, todo ello sin exceso y con presencia, insisto que se bebe con agrado. En ese aparente frescor, descubres que el vino te llena la boca, no quieres que se acabe y entre lo largo que es su recuerdo y lo agradable que es estar oliéndolo y sorbiéndolo, te entregas y te dejas llevar hasta que no te enteras y parece que sea infinito...
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