Un garito de jazz

Serio compuesto para un vino difícil, oscuro, y en su justo término, “sucio”. Una botella en un tugurio de noche, profundo, cargado y con muchísimas miradas de reojo. Tal vez jazz en el escenario, mesas juntas y chillones colores de terciopelo. Un recuerdo al Beltenebros de mi memoria. El vino como experiencia.

Decantación obligada. Mucha, muchísima madera. Tres vinadas en las barricas que alojan 12 meses el caldo, incluso una parte de su maloláctica. Capa alta, muy alta y granate violáceo en los bordes. Madera fuerte, tinta china, acusada mineralidad, muy balsámico, regaliz, fruta negra muy madura. Explosión salvaje en la boca, madera, más madera, tostados, torrefactos, aristas, barro, humo, seca regaliz de palo. ¡Un puñetazo bestial! Pero…

Entra en ambiente, de lleno, sube su temperatura (18º) y se matiza hacia tragos largos, profundos, que acompañan densos aromas florales y tonos de caramelos de café. El postgusto es larguísimo, herbáceo, radical regaliz. Buenas notas de acidez. Poca luz, wine noir en la boca y noche de conversaciones trascendentes. Caen las copas.

Su productor nos avisó. El vino tiene que oler y debe saber a uva. Y así fue; este Londoño terminó oliendo y sabiendo a uva recién pisada. Gran experiencia.

www.elpaladar.direcciona.org

Cookies en verema.com

Utilizamos cookies propias y de terceros con finalidades analíticas y para mostrarte publicidad relacionada con tus preferencias a partir de tus hábitos de navegación y tu perfil. Puedes configurar o rechazar las cookies haciendo click en “Configuración de cookies”. También puedes aceptar todas las cookies pulsando el botón “Aceptar”. Para más información puedes visitar nuestra Ver política de cookies.

Aceptar