Nada hace pensar que estemos ante un blanco con más de 40 años a sus espaldas. De color amarillo ligeramente intenso, limpio, brillante, sin precipitados, reflejos anaranjados y cobrizos. Grandes lágrimas y sensación marcada de grosor.

En nariz es suave y limpio, potente. Hay una gran cantidad de notas balsámicas, polvorilla, infusión (té de roca, granos de té verde), con un fondo floral a tallos de manzanilla, hinojos, aníses estrellados, flores marchitas, retama de olor, miel de acacia, fenugreco. Va ganando en potencia y en matices de fruta de pulpa y hueso, con un acento de frescor que nos trae los nísperos y la confitura de naranja amarga. Elegante y expresivo.

En boca es seco, algo grueso y dotado de una extraordinaria acidez. Chispea vida y energía, nervioso, sabroso, intenso. No parece un vino español, al menos a ninguno de la época. Tiene una larga crianza al estilo riojano pero que difiere del perfil habitual de estos vinos. Alejado de los gran reserva de Tondonia, los Metropol Extra de La Rioja Alta o los viejos Murrieta Reserva. Lo más parecido sería un Viña Soledad Tête de Cuvée Blanco reserva o un crianza Monopole de Cune de finales de los 70. Un blanco de gran longevidad que prácticamente no ha evolucionado en estos años gracias a su frescor y buena acidez. Diferente, muy diferente pero de mucha calidad.

Más información del vino: http://vinosclasicos.blogspot.com.es/2013/08/palacio-de-arganza-1967-blanco-gran.html