Quiero al Amarone, sin reservas.

Aroma intenso a frutas negras maduras y en sazón, desde el arándano, la mora, saúco. Tapenade, cueros, pan tostado, uva pasificada, notas amargas, de vegetales como el ajenjo, la alcachofa, recuerda al Amaro. Hay hierbas frescas, compotas de ciruelas negras, finos balsámicos,pimientas, maderas nobles, finísima ebanistería. Hierbas de monte. Regresan las frutas con una mezcla de madurez y frescura envidiables.

En la boca es contundente, rotundo. Te inunda un dulzor fino, agradable, que cede paso, a la fruta en todos los estados, macerada, madura y fresca. Sientes tan pronto un arándano en mermelada, como el zumo de las moras, como cuando eramos niños y cogíamos moras en una bolsa, las aplastabas, pinchabas un poco la bolsa con los dientes y bebías ese elixir de moras lleno de vida y de frescura intensa. Regresa el dulzor (9 gramos litro) pero esta vez con sequedad y fuerza del alcohol, pero e aquí la magia, lo hace plácidamente, pese a sus 16º. Te despide (es un decir) con una elegancia y una frescura sin igual, una acidez perfecta (5,9 gramos por litro)que hace resurgir, cambiar y girar al vino al espectro de un vermout con hielos. Impresionante y altamente recomendable.