Primera cita gastronómica de nuestra visita a Barcelona, durante las fiestas navideñas, en la "Casa de menjars" Suculent, el sábado 26 de diciembre a las 20h30.
No voy a describir nuevamente ni el local, ni su cocina, ni su servicio, pues todo sigue igual o casi... como explicaba en mi anterior comentario en Verema del 28 de diciembre de 2014.
Esta vez sin embargo estuvimos ubicados en un emplazamiento algo mejor, al final de la sala en una mesa alta, desde donde podíamos divisar todo el movimiento, que fue mucho, de la primera planta. El restaurante estaba lleno hasta los topes, no cabía ni una mosca y por este motivo el servicio de sala aunque bueno y simpático fue un poquito lento, el servicio del vino se limitó, como en nuestra ultima visita, al descorche y a la cata.
Teníamos pensado tomar uno de sus menús degustación, pero dado que era un sábado festivo en Cataluña, y justo después del día de navidad, estos menús estaban amputados de la mayoría de sus platos de pescado, por lo que finalmente decidimos cenar a la carta y principalmente a base de platos del día. Mientras decidíamos, nos trajeron unas olivitas para picar.
Fuimos 3 comensales, y optamos por lo siguiente :
Compartimos :
Croquetas de rabo de vaca vieja con trompetas de la muerte (1u/persona) Como en el 2014, crujientes por fuera y melosas por dentro. Riquísimas.
Seguimos con :
Crestas de gallo glaseadas Excelente e inusual entrante, que nos gustó a los tres.
Guisantes del Maresme con butifarra negra y papada Para subir al cielo, excelentes, hubiera hecho falta un poquito mas ...
Pulpo a la brasa con garbanzos sofritos Tan sencillo que parece y que difícil que es cocinarlo tan rico. Me encantó.
Canelones de liebre a la royale, con sus lomitos, foie gras rallado, y ficoide glacial MC y Anaïs le dieron un 10 por unanimidad . Me lo dieron a probar y también lo encontré excelente, casi me arrepentí de no haberlo tomado en lugar del pulpo, y conociendo mi pasión por los cefalópodos, eso quiere decir mucho.
La parte salada la acompañamos con unos buenos panes de cristal con tomate y rústico.
Como postres nos decidimos por :
Pastel de queso Brie a la vainilla de Tahití y gelée de Moscatel, Pastel de chocolate con cítrico y Arroz con leche de coco, mango, lima y chile Tres buenos postres, aunque en el de arroz con leche casi podían contarse los granos (ración que a MC le pareció muy escueta).
Para beber, tomamos 3 botellas pequeñas de agua de Veri sin gas y una botella de vino blanco crianza Gran Crisalys 2012 DO Penedès de Bodegas Torelló, cupaje de las variedades de uva, Xarel-lo y Chardonnay, fermentación y bâtonnage en barricas de roble francés durante dos meses. Buena acidez, largo en boca, con cuerpo, por momentos recordaba a un Cava, pero sin burbujas. Nos gustó.
Finalizamos con unos buenos cafés.
La cuenta ascendió a 70 €/persona. La RCP fue buena. Cenamos muy bien, cuando se va a este mini-restaurante hay que tener en mente que sobre todo se va a disfrutar de lo que hay en el plato, de la buena cocina que elabora al frente de los fogones Antonio Romero y que el resto del entorno no tiene mayor importancia... no es el lugar perfecto ni para una sobremesa ni para una velada romántica. Buena cocina de proximidad, de temporada y de producto perfectamente elaborada. Lo sigo recomendando. Imperativo reservar. Estoy casi seguro que volveremos un día u otro.