Ubicado en el centro de Vilafranca. Dispone de barra a la entrada, de un amplio y alto comedor en la planta baja que es un patio de luces acristalado y de un pequeño comedor superior a modo de reservado apto para una docena de comensales. Cuadros de estilo moderno figurativo decoran el local y el mobiliario es de estilo clásico renovado, amplio y cómodo.
Cocina catalana de mercado actualizada en la que priman las buenas presentaciones e incluso alguna que otra licencia creativa. La carta no es demasiado amplia pero si suficiente, ofertando aproximadamente seis opciones en cada uno de los apartados de entrantes, pescados, carnes y postres, además de un menú degustación por 45 euros + IVA. Correcta la vajilla y cubertería. Oportunos cambios de cubiertos entre platos. El servicio atento y dispuesto.
Aportamos nosotros los vinos, pero pude ojear la carta de vinos, la cual está organizada por tipos y a su vez por D.O.’s. Bien elegida, con referencias interesantes, está centrada en los más próximos de las D.O.’s del Penedés y del Cava, sobrecargos dispares, pero en general no demasiado elevados. Buena cristalería de la marca Riedel. Como éramos un grupo numeroso y aportamos nosotros los vinos, nos proporcionó la infraestructura necesaria para el servicio del mismo (sacacorchos, cubiteras, enfriadores, etc.).
Nos preparó el siguiente menú:
• Buñuelos de bacalao, bien de sabor y textura.
• Ensalada de bacalao con espinacas y crema de frutos secos, buena materia prima, bien la combinación de sabores y muy bonita la presentación.
• Crujiente de manitas de cerdo con pera y rúcula, muy conseguido.
• Calamares de playa con cebolla confitada y salsa de tinta, calamares pequeños, pero sabrosos, bien cocinados y de excelente materia prima.
• Pechuga de pato mudo con coca de manzana, estando bueno tal vez el plato que menos me convenció.
• Postre: souflé de chocolate con sorbete de maracuyá, bien realizado el souflé y acertada la contrastada combinación ácida-dulce con el sorbete.
No tuvo problemas en adaptar un menú distinto para una amiga ovo-lácteo vegetariana.
El pan, el agua, cafés e infusiones incluidos en los 42 euros que costó la cena. La impresión general de la experiencia es buena, aunque me dio la sensación de que la RCP no fue demasiado óptima, también es cierto que no nos cobró cantidad alguna en concepto de descorche y fueron muchas las botellas que cayeron, así de memoria:
• Moscatel seco de Vall de Xaló, sencillo y fresco.
• Algueira Escalada 2009, excelente godello, muy definida.
• Eixaders 2008 excelente chardonnay, que lamentablemente resultó con TCA, ¡qué lástima!.
• Manzanilla nº 10 de Navazos, impresionante.
• Garnacha de l’Empordà, de maceración carbónica.
• Juan Gil 2010.
• Finca Terrerazo 2010, bueno aunque falto de botella.
• Santa Rosa 2006
• Finca Villacreces 2006
• Mistela de giró del Vall de Xaló.
• Rebelión del ciruelo, mencia dulce que no nos convenció demasiado.
• Licor de hierbas de la Sierra de Mariola.
La comida estuvo muy bien, los vinos también, pero lo mejor fue compartir esta cena de “sobaquillo” post-encuentro de foreros de verema con algunos amigos.