Acudimos asiduamente, y este restaurante es inigualable, sobretodo en verano. En cuanto a los vinos la carta es inconformista y muy seleccionada, cada año modifican una gran aprte de la misma y siempre de forma acertada, lo recomiendo totalmente.

Lamento terner que decirlo pero este es el ejemplo clásico de como un restaurante no consolidado puede pasar en una sola temporada de la gloria a los infiernos.

Este año, todo ha cambiado. El cocinero, el maître , el servicio, la carta. Y para mal.
El servicio no profesional, el maitre chistoso, la comida atroz , ignoran el punto e cocción, el foie requemado, la carne suela de zapato. Los postres no acercarse.
La carta de vinos minimalista,( unas 15 referencias, todas españolas menos tres o cuatro Champagnes) aunque bien seleccionada, pero tanta sobriedad abruma.Ni decantan ni cambian copa. Los precios escandalosos ( tienda x 3).A huir hasta el año que viene, a ver que sorpresa nos depara. Lo único que se salva es el entorno, por que no han podido con él.

Marco sensacional, en plena montaña, edificio modernista , antiguo hospital construido por un indiano, y ahora habilitado para restaurante. Dos comedores pequeños, intimistas, uno seis o siete mesas y el otro tres, amplias terrazas con vistas de infarto sobre la bahía.
Cocina sofisticada , muy elaborada, exquisita.El foie está de muerte.
Servicio independiente de vino,bodega acondicionada, el somelier Jordi Palomino, joven y competente. Carta no muy amplia pero muy equilibrada , con representación de "grandes", y toda la gama de precios, copas adecuadas,temperatura correcta, decantan sin que te tengas que pelear.
Una verdadera gozada. Para estrella Michelin .