Inmejorable situación, en Diego de León casi ya con Serrano.
Ambiente entre provenzal, mágico y romanticón, con tonos lilas, rojos, pastelillos, ausencia absoluta de iluminación cenital, todo a base de lamparitas intimistas.
En cuanto vi el aperitivo (una crema de queso que se come con bastoncitos de zanahoria) ya sospeché, y cuando salió el primer plato y me fijé en el entorno pensé... ¡estos tienen que ser los mismos que los de La Galette! Pregunté y así es. No hace falta ser Einstein para deducirlo, es un estilo muy personal y marcado, tanto en la estética del local como en las creaciones culinarias.
Eramos un grupo numeroso, cena organizada y concertada de antemano, y nos sirvieron un menú de los que manejan, algo tuneado, que pecó de exceso de pasta y queso y, por omisión, de un principal consistente.
Es un estilillo como entre italiano y vegetariano, con presencia notable siempre de las croquetas, los crujientes, los milhojas (habitualmente rellenos todos ellos de verduras, de manzana, de frambuesa, de queso) y las pastas y risottos.
Servicio del vino inexistente, tomamos un Mantibre 2011 que se dejaba beber.
Un lugar agradable, diferente y original, con cocina que, aunque sin pretensiones, tiene su puntillo. Servicio sin mucha formación pero rápido y cortés.
Menú degustación (el 1) para dos personas reservado a través de Verema con un descuento del 50% y compuesto de:
Entrantes:
Provolone con tomate y finas hierbas.
Hongos a la trufa negra con tosta de queso de cabra.
Carpaccio de solomillo de buey tartufado.
Platos principales:
Milhojas de bacalao y manzana caramelizada.
Tournedo ibérico en salsa de grosella.
Postre:
Tatin de mango.
Toda la comida estaba rica (especialmente los hongos y el bacalao) y muy bien presentada. Para beber tomamos un estupendo Elyssia rosado (23.54 euros) que se mostró muy versátil, acompañando muy bien a la totalidad de los platos. Buena selección de té.
Cubertería, mantelería y vajilla correctas, cristalería regular. El servicio, en general, atento. En cuanto al local, demasiado poco espacio entre mesas en la casita de Hansel y Gretel...
Uno de mis restaurantes favoritos en Madrid, me encanta la localización, lo romántico que es y la calidad de la comida. Siempre pedimos el solomillo con foie que no falla y las pastas con marisco están buenísimas. Tienen mesitas pequeñas y está decorado con mucho gusto. Carta muy amplia con mucha variedad de platos vegetarianos. Podéis ver el detalle de nuestra visita en: http://hoycenamosfuera.com/2012/10/19/el-septimo/
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