Motivados por los buenos comentarios de Verema y puesto que reservando a través de una web ofrecían un 50% de descuento en carta, acudimos a cenar a este italiano la noche del sábado.
En el comedor, únicamente nuestra mesa, nos trajeron las cartas y curiosamente nadie nos preguntó si queríamos tomar un aperitivo mientras ojeamos la carta y esperamos la comida. Cierto es que también lo podíamos haber pedido sin más, pero no fue así.
Para cenar elegimos, dos platos al centro y uno de pasta para cada uno:
~ Insalata Caprese con mozarella de búfala, tomate y salsa de albahaca. (12,75 €) Ensalada muy bien presentada, con una base de tomate falto de sabor, con una buena bola de mozzarella al centro y regada con abundante aliño y decorada con virutas de aceituna negra.
~ Carne all'Albese, Carpaccio de ternera con champiñones frescos laminados y virutas de queso parmesano, perfumado a la trufa. (13,50 €) Corte algo más grueso de lo habitual, buen sabor y mejor parmesano.
~ Ravioloni rellenos de ricotta de Sorrento y achicoria en mantequilla y salvia. (12,50 €) Cuatro piezas de pasta de gran elaboración y ejecución.
~ Tortellone rellenos de crema de huevo con crema a la trufa. (13,00 €) Dos grandes tortelinis de sabrosa pasta con forma de huevo frito bañados en una agradable salsa parecida a una bechamel. Muy buenos!
Y de postres:
~ Gintónic semisólido. (3 €) Presentado en una cucharita, un pequeño bocado que hay que comer todo a una, con sabor fuerte y amargo.
~ Tiramisú. (6,50 €) Correcto y clásico postre italiano de sabor dulce y agradable textura.
Nos ofrecieron pan a elegir recién horneado, y elegimos un bollo aldeano y un multicereal. Ambos calientes, tostados y crujientes con una miga tierna y esponjosa.
Para beber, cerveza San Miguel 1516 y mi marido vino en copas a la libre elección de la camarera, un Castellot 2010 muy bien servido y que le gustó.
Vajilla, cristalería y demás muy modernas y correctas y adecuadas al local.
Respecto al local descrito con anterioridad, poco nuevo que aportar, ya que se trata de un estilo minimalista en blanco y negro con apenas elementos decorativos, que a mi personalmente me resulta un poco frío.
Y con lo que respecta al servicio, su profesionalidad será indudable, pero mi vivencia, mi sensación y mi percepción fue de un trato distante, frío y demasiado protocolario. En mi humilde opinión, es más gratificante que me sirvan el plato con una sonrisa que con un guante blanco.
Como anécdota final, comentaré que a la hora de pagar y al ofrecer la tarjeta recibimos un nuevamente frío "no funciona el datáfono", sin más!... llevábamos dinero.
Tal vez las expectativas eran muy altas, tal vez una persona con un mal día, tal vez influyó el hecho de llevar un descuento del 50% en carta, tal vez demasiadas coincidencias, pero la sensación durante la velada fue de "frialdad" y desafortunadamente esa es la sensación que uno se lleva a casa.
En el precio por persona ya está reflejado el descuento.