Restaurante Pau Restaurant en Benicarlo
Restaurante Pau Restaurant
País:
España
Provincia:
Localidad:

Añadir tipo de cocina

Añadir vino por copa

Precio desde:
32,00 €
(precio más bajo introducido por un usuario)
Nota de cata PRECIO MEDIO:
40 €
Nota de cata VALORACIÓN MEDIA:
7.5
Servicio del vino SERVICIO DEL VINO
6.3
Comida COMIDA
8.5
Precio medio entorno ENTORNO
7.5
RCP CALIDAD-PRECIO
7.5
Opiniones de Pau Restaurant
OPINIONES
3

¡Es una lástima residir tan lejos de lugares como éste! Con tan solo un par de visitas a la casa de Mamen y Roberto y me veo en condiciones de lanzar tal afirmación. El trato extremadamente cercano de ella y la cocina precisa de él son los motivos principales que me llevan a hacerlo. Lugar de parada en los viajes de ida o regreso a la ciudad condal no goza de la atención que se merece por ir siempre con las malditas prisas que te llevan a detenerte en cualquier área de servicio de la autopista a comer cualquier cosa, descartando opciones tan atractivas como ésta que te obligan, eso sí, a desviarte un poco de la ruta y a perder un poco más de tiempo. ¿Digo bien? Quizás uno tarda más pero gana muchísimo en calidad, trato y, si me lo permiten, en la RCP.

Volvíamos del prolífico VI Encuentro de la Peña Gastronómica Los Restauranteros en Barcelona y alenté a mis compañeros de viaje, peñistas y bloggers ambos también, a hacer parada en este restaurante a medio camino más o menos entre el origen y el destino final. Reserva previa y menos mal pues nos encontramos una sala prácticamente completa. Recepción muy cordial por parte de Mamen y trato excepcional del resto del equipo durante toda la comida.

El restaurante es agradable, sin duda. Al acceder uno se encuentra con un pequeño espacio que hace las funciones de recepción y unos escalones que nos llevan, tras dejar a un lado la bodega acristalada, al salón principal. Al estar ubicado en un edificio que hace esquina hay amplios ventanales que permiten la entrada de luz, cosa que dota de calidez al comedor. Mesas en tonalidades wengué vestidas con elegantes “caminos” de mesas, colores claros en las paredes, lámparas modernas… Funcional a la par que elegante.

Roberto Pau es un cocinero joven aunque sobradamente preparado que ha adaptado su propuesta gastronómica al entorno donde se expone. Ello queda patente fundamentalmente en dos características inherentes al proyecto: el uso de los productos y recetas de la zona sin cabida alguna a las gastromodas que nos llegan de oriente o del otro lado del atlántico, y una oferta al gusto del gran público de la población, de la comarca e, incluso, de la provincia. El arroz, la alcachofa, los pescados y mariscos, especialmente el langostino de Vinaròs, las carnes rojas nacionales… son la base fundamental de la carta con acompañamientos y guarniciones mucho más cercanas a las tendencias de la nouvelle cuisine que a las vanguardias del siglo XXI.

Esta casa apuesta fuerte por la reivindicación de la cocina tradicional y es habitual encontrársela involucrada en jornadas y semanas gastronómicas dedicadas a un producto o que buscan la revitalización culinaria de la comarca. En nuestra visita nos encontramos para nuestra sorpresa con la celebración de unas jornadas de promoción gastronómica a nivel comarcal en las que participaban restaurantes del propio Benicarló, Vinaròs y Peñíscola. Echamos un vistazo a la carta pero el menú que se ofrecía ese día en el marco de dichas jornadas era demasiado tentador y con una RCP difícilmente superable.

Compartimos una serie de entrantes al centro de la mesa, tres para ser más concretos, continuamos con una degustación de fideuà y un principal, servidos ambos de forma individual, y acabamos nuevamente compartiendo el postre.

- Ensalada de queso gorgonzola, pera y nueces: varias lechugas de frescura y sabor destacables acompañaban unas buenas porciones de queso azul que encontraban el contrapunto de suavidad con la pera y las fresas. Aliño tradicional con el archirrecurrido vinagre de Módena.

- Huevo pochado a baja temperatura, cremoso de verduritas, rovellons, jamón ibérico y trufa: Un top-ten en las cartas de los restaurantes de moda en los últimos años. Si bien la trufa no estaba presente, el plato resulta delicioso con una finísima crema de verduras (¿uso del calabacín?), el huevo en su punto exacto de cocción y unas muy gustosas setas y el toque distinguido del jamón. Ración generosa a la que hay que añadir la ingesta considerable de pan. El plato lo requiere.

- Salteado de pulpo a la brasa sobre patata, láminas de alcachofa, crispy de algas marinas y aceite especiado de pimentón de la Vera: Otro clásico en las cartas de los restaurantes en esta última década. Pulpo perfectamente cocinado y de ternura extrema. Buena parnentier de patata, deliciosas alcachofas de la zona y uso comedido de ese pimentón con tanta personalidad propia. Toque original y marino a la vez con las algas crujientes.

- Fideuà negra con langostino, gamba de la lonja y aire de allioli: Punto perfecto del fideo, sabor peculiar derivado del uso de la tinta, pieza de langostino de tamaño considerable como coronación del plato y un allioli con personalidad, como debe ser.

- Solomillo de ternera al foie: Buen producto tanto en la base, una carne muy tierna y servida al punto perfecto, tal y como lo pedimos, como en la coronación del foie caliente sin presentar residuos o vetas que a veces dificultan su ingesta. Ricas y muy frescas las verduras de la guarnición. Academicismo.

- Helado de galleta sablé de Bretaña sobre fondo de tierra de chocolate: Aunque llegamos justitos al final del menú, no dejamos ni rastro del postre, prueba de su frescura y golosidad.

El pulpo, las setas, la trufa, el langostino, el foie, la ternera… como podrá comprobar el lector aquí no se escatima en producto la cual cosa nos llevaba a calificar unos párrafos atrás la relación calidad-precio como excepcional. Todo ello se ofrece por tan solo 28 € con el café, agua y los vinos propuestos que, en nuestro caso, declinamos para ser cambiados por dos botellas de un excepcional cava Recaredo Reserva. Sigue fascinándome este espumoso y el precio al que puedes encontrarlo.

Esa sería la conclusión tras visitar el Pau Restaurant por segunda vez. Un servicio cercano que funcionó en perfecta sincronización, una sala agradable, una comida bien rica como se deduce de la lectura de la presente valoración y una cuenta final solo ligeramente abultada por el cava que tomamos son más que suficientes motivos para poder aconsejarlo a cualquier conocido que tenga la fortuna de vivir cerca o que le venga de paso en alguno de sus viajes.

Post ilustrado en: http://www.vinowine.es/restaurantes/restaurante-pau-un-tributo-los-productos-del-maestrat.html

Acudimos a este restaurante atraídos por la buenas críticas recibidas en diversos foros.
Situado junto al puerto de Benicarló, el local muestra una decoración moderna sin estridencias y decoración algo ecléctica en la que se funden grabados de Ripollés, pintor por excelencia de la provincia, con bodegones y cuadros clásicos. Resulta agradable y acogedor.
El trato y el servicio excelentes, con personal profesional y amable. Tal vez como única "pega" (como ocurre en tantos restaurantes de este nivel) debería mejorar el servicio del vino.
En cuanto a la carta, variada y atractiva, con cocina de autor en la que se tratan los productos típicos de la zona (desde los langostinos de Benicarló hasta sus afamadas alcachofas) con raciones aceptables en cuanto a cantidad.
Precedidos por dos aperitivos de la casa (bombón de foie con salsa de mango y crema de cigalas, muy buenos ambos, especialmente este último), decidimos compartir al centro varios platos para dos personas: boquerones marinados con tostas de pan con tomate (muy buenos), croquetas de ceps (correctas, sin sorpresas), revuelto de chipirones con alcachofas de Benicarló (excelente y muy recomendable) y cochinillo lechal a baja cocción (muy bueno y perfectamente cocinado). Como postres tarta de queso de los Pirineos (bueno pero quizás algo falto de sabor para los que somos de sabores potentes) y coulant de chocolate negro con helado de vainilla (muy bueno, en su punto de horno, y digno colofón de una buena comida). Finalmente café y petit fours.
Como vino nos decantamos por un blanco de Menorca, Binifadet Chardonnay 2011, perfecto acompañamiento para una comida tan variada en cuantos a texturas y sabores.
En cuanto a la carta de vinos, bastante variada y amplia con predominio de clásicos dentro de cada denominación de origen, sin excesivo recargo en el precio.
En definitiva, todo un hallazgo de restaurante en una zona fuera del circuito de la alta cocina de las grandes capitales, con algunos detalles que mejorar pero la sensación de haber pasado un buen par de horas disfrutando de una buena cocina.

Camino a Barcelona nos detuvimos a comer en este restaurante acompañados por un amigo de quien lo regenta y realmente supuso un gran descubrimiento. Me extraña que no haya todavía ninguna alusión aquí en Verema.

Nada más entrar ya recibes buenas vibraciones con la recepción del personal y el diseño de la sala: vestíbulo previo al comedor, bodega acristalada, mesas bien vestidas (quizá un pelín cercanas, pero tampoco mucho), iluminación y decoración agradables...

Comimos una ensalada de queso de cabra y unos langostinos con alcachofas para compartir al centro de la mesa y una fideuà como plato principal. Las tres propuestas, junto con el postre (tarta de queso de los Pirineos con nieve de chocolate y crema inglesa) fueron muy de nuestro agradado: sabores auténticos, puntos de coción y temperatura correctos, presentaciones vistosas... Nos encantó.

Acompañamos con un Gramona Imperial. La carta de vino es suficiente y el servivio del mismo cumple con lo mínimo exigible: buen descorche, temperatura del cava excelente, cubitera, servicio en copa siempre que pueden (la sala estaba llena)...

El trato, a pesar de ir con conocidos, se presume agradable y educado por lo que pude comprobar en las mesas contiguas. En definitiva, un lugar para aconsejar, sin duda.

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