"Casa de menjars" de comidas en el más noble sentido de la palabra. Mesas compartidas, carta cantada aunque en esta ocasión, y por primera vez en mis visitas, estaba colgada a la entrada, en varios idiomas. Entrantes sencillos, pescado fresco a la plancha, gambas medianas también a la plancha, postres caseros de nivel (gracias María!). Sencilla propuesta de vinos donde hay una ausencia manifiesta de vinos del Empordà excepto del celler familiar.
La puntuación del entorno es alta porque mantener con éxito locales tan característicos y llenos de personalidad no es fácil, tiene su mérito.
Comer en Casa Anita no deja indiferente, en lo bueno y lo menos bueno pero por su personalidad se debe conocer.
Llevo años visitando Casa Anita 4 ó 5 veces al año al tener residencia en el cercano Port de Llançà. En esta ocasión la visita estaba motivada por acompañar unos amigos que habían visto el Joc de Cartes de finales de verano. Y Casa Anita no engaña. Entrantes sencillos como las anchoas, la escalivada o los espárragos con huevo frito y sala romesco. Unas gambas siempre frescas de tamaño mediano. Un pescado perfectamente cocinado a la plancha acompañado de unas ricas patatas fritas. Y unos buenísimos postres que prepara María. Carta cantada, mesas compartidas ahora con restricciones de aforo justificadas, Juanito controlando el restaurante, genio y figura. Vino de la bodega familiar o referencias habitualmente no catalanas.
Casa Anita no engaña. Sabemos lo que ofrecen y por esto somos muchos los entusiastas que la visitamos con cierta frecuencia. Y a quién no le guste tiene variedad de opciones en Cadaqués.
Típico y tópico de Cadaques pero no por ello menospreciable.
Servicio-show curioso pero correcto.
Elaboraciones sencillas pero con materia prima correcta.
Precios algo elevados.
Restaurante tipo taberna, con materia prima de buena calidad, pescado y marisco frescos y a precios aceptables. Es una buena opción para comer bien y a un precio razonable.
Taberna/restaurante con mesas comunes. Ambiente familiar y de tertulia. La carta es cantada. Buen pescado fresco del día hecho de forma simple, sin grandes elaboraciones. Lo del vino es anecdótico, poca e irregular selección. Al pedir carta las risas son de escándalo, "la carta soy yo" dice el responsable, "pide lo que quieras" y te sirve la botella que le da la gana. Cristalería inexistente, lo sirven en zuritos (!!). Muy divertido y la tertulia está garantizada. Se come bien y barato (25€). El responsable es un crack, charlatán, pesado e inasequible al desaliento. Genial, no apto para cenas íntimas.