Por los comentarios leídos, me esperaba algo más de la cocina de este local. La cena comenzó con un aperitivo ofrecido por la casa: ajoblanco con huevas de trucha, rico, pero de textura muy basta. Seguidamente pedimos la ensalada de codorniz, que estaba buena, pero a la que le sobraba lechuga, y los langostinos rellenos de calabacín, que me dejó indiferente. De segundos, bacalao confitado, que no había sido desalado adecuadamente, y solomillo con foie y setas, en el que la guarnición superaba con creces a la materia prima principal, de muy baja calidad. El postre (crema de azafrán con helado de chocolate) estaba en conjunto infumable, aunque la crema resultaba muy agradable. Todas los platos tienen cosas en común: por un lado, las raciones son exageradamente grandes, y por otro, las preparaciones resultan muy barrocas, en el sentido de que le sobran ingredientes.
Respecto al vino, las copas son adecuadas, pero la carta es cortita y la temperatura de servicio elevada.
Tercera visita a este restaurante, existiendo una intermedia entre el primer comentario y el que nos ocupa en el día de hoy, en el que acudimos cinco personas y si hubiésemos realizado un comentario de esa segunda visita, hubiese sido un calco prácticamente de la primera.
Visita la actual en pleno mes de agosto, comida de mediodía, restaurante al 100% a pesar de tratarse de un miércoles.
Los dos nuevos condicionantes como son el lleno completo y el calor propio del agosto castellano, bien resueltos. Nivel de temperatura adecuada y el local por su tipo de techos altos, compensa perfectamente todo tipo de conversaciones y por tanto no resultaba molesto su nivel sonoro.
El servicio sin embargo, en esta ocasión aunque voluntarioso, me dio la sensación de tener un punto más bajo de calificación profesional y me transmitió sensación de prisa.
Dos personas, hemos compartido la ensalada de codorniz escabechada con soja y miel, que nos causó tan grata sensación en nuestra primera visita y como tal quedó comentada anteriormente.
De platos:
- Carrillera de ternera con Pedro Jiménez y crema de queso del Cerrato, un poco pasado el punto de la carne. Relación generosa.
- Langostinos rellenos de calabacín, donde lo segundo tapaba el sabor a lo que considero ingrediente básico.
No llegamos con posibilidades a los postres.
El servicio del vino algo más parco que en las dos visitas anteriores, decidiéndonos en esta ocasión por un finca Resalso 2008 (13 euro).
En conjunto, buen entorno a pesar del calor y del lleno completo, con ligera bajada de nivel en otros aspectos.
Me anoto el lugar para seguir disfrutando de este restaurante en este próximo otoño.
En un pueblo de unos 50 habitantes, en el Norte de la provincia de de Palencia, a unos 3 kilómetros de la villa de Aguilar de Campoo, se encuentra este restaurante enclavado en un casa de las típicas del lugar.
En la planta baja dispone de una barra, donde tomamos 2 personas un verdejo y nos sorprenden con unas tapitas de cecina con aceite, realmente buenas.
Acomodados en la sala que se encuentra en el primer piso, mesas amplias, bien separadas, sillas cómodas, sin mantel y si bajoplatos. Vajilla con buen nivel y colores tenues.
La sala es despejada, con paredes limpias, techos altos de madera vista.
Carta de vinos, con blancos del país, dos Toros clasicotes, Cigales, dos Champán y predominio de Riojas y Riberas con los de toda la vida junto a alguno de los nuevos y vinos de segunda opción de alguna bodega.
Como detalle Vega Sicilia Unico 1998 a 205 euros.
Con un servicio del vino que cumplió con copas adecuadas, tomamos Matarromera cr 2006.
Aperitivo detalle de nuevo de la casa, ajoblanco con uvas pasas y sucedáneo de caviar, bueno con frescura y sobre todo personalidad.
Ensalada de codorniz escabechada con soja y miel, que se completa con hoja de roble, calabacín, zanahoria y nueces: perfecto punto de la carne y sobre todo a mi gusto se ha conseguido gran nivel al punto de la zanahoria y el calabacín.
Fuera de la carta, se disponía ese día y pedimos un arroz tipo meloso, con bacalao y espuma de ídem, trufado: suave, suave, ligero con su sabor a ídem y en una presentación ocurrente en una especie de tazón.
Platos fuertes:
- Solomillo ahumado sobre una base de espuma de patata y boletus: muy buena carne y a su punto tanto de la carne como el ahumado.
- Rabo agridulce sobre bizcocho de avellana y salsa de mango: deshuesado, con su puntito, dulce etc.… Muy bueno
Postre hemos compartido: canutillos rellenos de crema de mantequilla con gelatina de Pedro Ximénez. Excelentes sin más comentario.
Dos cafés, agua y un GT bien presentado, completaron la comida.
En total 109 euros.
Es de destacar la amabilidad de todo el personal junto al acierto en su intento de agradar.
Gracias a mi amiga Concha (Alternativa) pues gracias a ella conocí el libro, de a su vez amiga Eva Celada “Comer bien en Palencia”, libro en el que descubrí la existencia de este restaurante, que me ha sorprendido gratamente y en el que espero repetir.