En una de las zonas más bonitas de Salamanca nos encontramos con este elegante restaurante al que decidimos acudir alentados por las críticas veremeras.
Diáfano, decorado en rojo, con espejos dorados, arañas de cristal y lleno hasta la bandera, la propuesta gastronómica que ofrece nos hizo presagiar que saldríamos satisfechos. La materia prima es de calidad y el servicio aunque algo rudo es amable, sin embargo deberían cuidar ciertos detalles:
A la carta de vinos le faltan referencias, en nuestro caso no tuvimos suerte con ninguno de los champagnes y por ello nos decantamos por un cava. También deberían tener cuidado con las faltas de ortografía y con la descripción de marcas y denominaciones.
Los camareros van bastante atropellados. En un determinado momento tuve miedo de que me lanzaran el plato desde la cocina, aunque es verdad que la noche que fuimos sólo dos personas atendían a toda la sala.
Las bebidas no están lo suficientemente frías, a la cerveza y a la Coca-Cola le sobraban cuatro o cinco grados. Además cuando pedimos un segundo refresco, ni cambiaron el vaso ni lo rellenaron con más hielos, por lo que a los cinco minutos aquello parecía un caldo.
El postre, un coulant de cerezas pedido con 45 minutos de antelación llegó completamente deshecho a la mesa. La camarera no se dio por aludida y nosotros tampoco le quisimos comentar nada.
La cena consistió en un crujiente de foie con manzana, bien de sabor y de cantidad, al que quizá le faltaba calidad en la ejecución, un bacalao con verduras que estaba bueno y unos chipirones con arroz correctos. De postre el mencionado coulant y una tarta de queso algo insípida.
Desde mi punto de vista no es muy recomendable. Comida apta para bodas, banquetes y comuniones.
Fuimos a este restaurante leyendo los comentarios de Verema.
Local amplio, espacioso, algo recargado de decoración pero agradable.
Propietarios en cocina y en sala, personal con antiguedad en el local, todo pinta bien.
Mantelería diversa, cosa que se nota a la vista y al tacto (por eso nos fijamos) y confirmado por las etiquetas (unas bassols, otras XXX, otras ZZZ....) copas correctas, loza correcta....
Carta "típica" de vinos (mucho ribera, rioja, ...), pedimos un rosado local, de una uva en concreto (petit verdot), pero no quedaba "pero tenemos otro igual" .... ah sí? y sí, era igual, era rosado...y punto.
ni ponía la uva ni nada de nada..."vale parecido"...ole, ole, y oleeeeee el servicio
nos decantamos por un blanco "albariño" escrito así en genèrico, lo de martin codax era demasiado largo supongo...
el servicio, a parte de esto correcto.
la carne en filete exquisita, el cochinillo algo seco y con un calentamiento global del plato algo "extraño" trozos de la carne quemando, trozos algo tebia, el acompañamiento muy tebio...
nos vendieron de postre un fantastico pastel de chocolate...era una coulant con un corazón excesivamente líquido, pero muy bueno...
precios razonables por la zona, algo que valoras después de dos semanas moviéndote por allí, si vas un día (viniendo de Barcelona, Madrid...) crees que te están cobrando de menos .
Después de comer en el "afamado" Víctor Gutiérrez, decidimos probar en La Hoja.
Destacar la gran calidad de su cocina, el gran servicio y lo importante es que al pedir la factura no nos encontramos con una sorpresa. Gran equilibrio entre precio y calidad. Para nada desorbitado.
Destacar la amabilidad y simpatía del personal y la gran cocina de la cual salen unos platos de gran calidad.
Hoy por hoy me parece la mejor opción en Salamanca.
Las instalaciones son muy originales, combinando unas instalaciones modernas con mobiliario clásico. Me gustó la apuesta de la decoración.
Es un local luminoso, sobre todo mi mesa que estaba al lado de una cristalera translúcida de la calle. La mesa y sus accesorios todos correctos.
La carta interesante, con propuestas algo llamativas, por la abundancia de platos de mar, es algo que me llamó la atención.
El menú degustación, elaborado con platos de la carta, es una buena opción. 33 euros.
La carta de vinos bastante completa y a buenso precios. elegí Novellum de la Bodega Rejadorada, de la DO Toro. Muy adecuado para acompañar a los platos del menú, a pesar de la abundancia de marisco, pero con buenas salsas consistentes.
Una muy buena opción para comer en Salamanca, que como digo tiene todavía bastante recorrido para superarse.
Despues del chasco que nos llevamos a la hora de comer eleigiendo "casa paca", nos llevamos una grata sorpresa con este lugar. Reservamos esa misma tarde para cenar, ya en el local nos gusto su iluminacion, asi como el servicio de las dos camareras que nos atendieron en todo momento. Os aconsejo el menu degustacion, es de lo mejor que he probado, ah y el foie.
Gracias al consejo de estas chicas al dia siguiente fuimos a Cabrerizos y comimos en "izurpi". Tambien dimos en el clavo. un saludo
Estuvimos en La Hoja 21 el pasado mes de abril.El local,tal vez un poco frio creo recordar, se adornaba con espejos que le daban un aire de calidez.El personal muy amable y la situación inmejorable.
Hicimos el menú degustación pues así te haces una idea de lo que se cuece en el local.Muy buenas convinaciones y cantidad suficiente.Nos recomendaron el tinto(Abadia de Retuerta) de Ribera que calidad precio nos entusiasmó.
La torrija con helado de postre un poco pesada, nos hubiese apetecido algo + ligero.
Relación calidad precio muy bien, si volvemos a Salamanca repetiremos.
Restaurante céntrico, cercano a la Plaza Mayor y al Convento de San Esteban. Local amplio, bien iluminado y perfectamente decorado. Moderno mobiliario bien distribuido y cómodo.
Cocina de mercado de corte moderno, bien presentada y ejecutada. A destacar el milhojas de solomillo y foie, los chipirones rellenos con socarra y una exquisita tarta de queso deconstruida.
Carta de vinos bien nutrida en calidad y cantidad, precios comedidos y copas correctas, como el servicio del mismo. Servicio profesional aunque algo tosco, una lástima dada la elegancia del local y la cocina, personalemente agradecería un trato más reservado.