Es éste un restaurante del complejo hotelero María de Molina, en la misma localidad de Úbeda. El local está en el interior de un edificio del casco histórico de la ciudad y de ahí su aspecto.
Está bien equipado, con mesas cómodas y anchas, bien vestidas y con buena vajilla. Las copas pueden mejorarse.
El servicio del vino se limita al descorche y primer servicio, lo que es casi habitual en el 99% de los restaurantes.
La carta es ámplia, pero nos centramos en el menú del día que se compone de unas entradas a elegir por el chef, un primero a elegir de entre cinco y un segundo igual, mas el postre.
Tomamos, aparte de las entradas, un salmorejo y de segundos, un bacalao del recetario local que estaba exquisitol, unas truchas rellenas, de la cercana Sierra de Cazorla (de la piscifactoria) y una brocheta de solomillo, ésta a nivel inferior de todo lo demás, un poco pasada de plancha y sin decir nada especial. Lo acompañamos de un Gran Feudo crianza 2004 de Julián Chivite, 12,40 euros más IVA..
Los postres, budin, helado de turrón y canutillos de hojaldre rellenos de crema, todos caseros (?).
El servicio profesional y efectivo, pero teniendo en cuenta que era miércoles por la noche, y solo había dos mesas ocupadas.
El precio incluye tres cervezas, agua y cafés.
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