Restaurante Recreo Peral en Cuenca
Restaurante Recreo Peral
País:
España
Provincia:
Localidad:
Cód. Postal:
Tipo de cocina:

Añadir vino por copa

Precio desde:
25,00 €
(precio más bajo introducido por un usuario)
Nota de cata PRECIO MEDIO:
34 €
Nota de cata VALORACIÓN MEDIA:
7.0
Servicio del vino SERVICIO DEL VINO
5.0
Comida COMIDA
7.3
Precio medio entorno ENTORNO
7.6
RCP CALIDAD-PRECIO
7.6
Opiniones de Recreo Peral
OPINIONES
5

Restaurante para familias o grupos, con el inconveniente que este hecho puede suponer, pero con producto de calidad a muy buen precio, que puede ser una muy buena opción en la ciudad de Cuenca.

El local está situado a los pies del casco antiguo en la orilla del río Jucar a escasa distancia de la Iglesia de la Luz, fuera del núcleo urbano en el denominado Paseo del Jucar (se puede ir andando) dependiendo de la época del año la amenaza del polen puede ser problemática.

La carta de vinos se decanta por clásicos de la provincia y de Castilla La Mancha, a buen precio. La temperatura del vino no es la adecuada, se sirve de acuerdo con el expositor de la entrada. Nos decantamos por un Quercus, de lo mejor de la carta.

La comida está representada por los clásicos de la zona, como entrantes nos decantamos por las croquetas y el morteruelo, los dos muy buenos, la croquetas cremosas y suaves pero les sobraba la salsa de tomate sobre las que descansan (muy acido), y el morteruelo muy suave y delicioso.

Las carnes son uno de los componentes básicos de la carta, las hamburgueses tenían un aspecto fantástico, pero nos decantamos por un muy bueno “Steak Tartar” sobre cama de patatas paja, elección poco habitual según nos comentan pero que merece la pena ser degustado, algo escaso de potencia (como a mí me gusta), realmente muy bueno.

Igualmente pedimos el bacalao al pilpil gratinado, que no está mal del todo, buen producto.

Los días de Semana Santa no son buenos días para ir de restaurantes... o sí, porque los buenos restaurantes mantienen el nivel sin perturbarse mucho.
Yo comí en Recreo Peral en plena Semana Santa conquense. El local estaba realmente colapsado por las reservas de grupos: familias, grupos de amigos... Si el emplazamiento puede prometer al estar a las orillas del Tajo, creo que la decoración y la forma de relacionarse con el sobresaliente entorno dejan mucho que desear.
Probé un ajoarriero, como concesión a la cocina local que era más bien imperceptible; un revuelto de boletus con langostino rojo que, bien cocinado, estaba sabroso; y como plato principal un arroz meloso con bobavante que estaba muy bueno y equilibrado en sabores; para acabar, decidí también hacer una concesión a la "tipicidad" local y me decanté por un alajú.
Si el nivel de la cocina se sostiene con calidad, no lo hace el nivel de atención del servicio y el de los aspectos estéticos. Primero, el servicio, es insistente, brusco y, a veces, rústico. Segundo, los aspectos estéticos del restaurante sencillamente no tienen ambición. La mezcla de estilos en mantelería, mobiliario o indumentaria hace que se distraiga la atención de lo que sencillamente podría destacar más fácilmente: la comida.

A orillas del rio Jucar, por lo que la situación en si es perfecta. Sabado por la noche lleno y curiosa la mezcla de gente, despedida de soltera, familias enteras, parejas...
Servicio rápido, quizá demasiado porque los entrantes de amontonaron en la mesa, pero todo bien. Cenamos con Finca la Estacada selección, temperatura perfecta y copas mejorables. Pedimos tallarines de sepia con langostinos, boletus y foie, buenisimos. Caprichos de codorniz, sin comentarios, me encanta este plato. Vieiras a la plancha con manzana, en su punto. Nos obsequiaron con un sorbete de limón y de segundo para compartir (aunque lo sirvieron en dos platos con guarnición) solomillo de cerdo relleno, bueno. De postre una crema de yogurt con helado y manzana caramelizada y los cafes.
La mezcla de una buena cocina con la situación que tiene y las vistas lo hace un lugar muy recomendable.

En un entorno privilegiado a la misma orilla del Júcar, en umbría provocada por el monte y los árboles que allí proliferan, encontramos este acogedor y animado restaurante.

En Cuenca resulta ciertamente fácil descubrir bonitos restaurantes y entornos, pero éste se lleva la palma en cuanto al paraje.

El local es amplio, diáfano, con los techos de madera con vigas vistas. La mayor parte de sus paredes son cristaleras que te permiten disfrutar de las espléndidas vistas. Desde el restaurante, sentado en tu mesa, puedes observar el hipnótico discurrir del río.

Iluminación tenue, pese a la cual hay una gran ambiente y algarabía.

El mobiliario, a base de grandes mesas corridas y curiosas sillas de respaldo muy alto de forja que captan la atención, confiriéndole al restaurante un aire muy personal.

Cocina regional y de mercado, de la que probamos una surtida selección, pues íbamos un grupo grande con un menú concertado.

• Los primeros fueron copiosos e interminables: Morteruelo, Ajo arriero, Ensaladas, Rabo deshuesado, Chopitos, Embutido, Queso, Croquetas y no se cuantas cosas más que no recuerdo. Todos muy correctos.
• Los segundos, a elegir entre cuatro o cinco opciones, de las que elegí “Bacalao a la muselina de ajos” y me equivoqué, pues estaba bastante discretito y sin embargo los que optaron por el Chuletón o Chuleta de carne blanca hablaban maravillas.

La carta de vinos, clasicona aunque con variadas referencias manchegas, y su trato, anodino.

Servicio profesional y acelerado ante la multitud de grupos que ahí concurrimos.

Muy, muy recomendable para grandes grupos.

Estar sentado a orillas del rio Jucar contemplando sus aguas verdosas ya es un placer en sí, pero si además le sumamos una cocina entre lo clásico (morteruelo, ajo arriero, gazoachos manchegos) y lo moderno da como resultado este conocido restaurante conquense. El servicio es correcto y la carta es bastante sugerente pero yo recomendaría las croquetas y el bacalao al ajomiel. Nosotros además pedimos para compartir un arroz con bogavante del que nos habían hablado muy bien, y pese a haberlo comido mejores la verdad es que se dejaba comer.
Pedimos vinos de la zona: Mano a Mano, Ercavio...
Muy recomendado para ir en familia y después e l comida dar un paseo por la ribera del rio o "atacar" la visita a la parte alta de Cuenca desde la Ermiota de las Angustias.

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