Restaurante pequeño pero acogedor, gente simpatica y amable, servicio como tiene que ser.
Esther la hija del dueño nos dio las referencias para una comida de un viernes de trabajo, entrantes como jamon ( delicioso ) anchoas, habitas, y algunos platitos mas.Sencillos pero deliciosos en todos sus aspectos. De sgundos nos ofrecio escalopines de ternera y perdiz todo en su punto y de postres el preferido para mi fue los cuatro chocolates.
Para acabar solo felicitaciones y a continuar que en estos dias no es oro todo lo que reluce.

El resturante es pequeño, con un ambiente acogedor, a pesar de todo las mesas están bien dispuestas, al menos ese dia, ya que habian un par de grupos de 6-8 personas, aunque esa misma disposición y un par de pequeños muros decorativos/separadores que tienen, hace dificil la mobilidad de los camareros e incluso el acceso a la mesa, haciendo que el comensal tenga que apartarse un poco para facilitar el trabajo al camarero.

Habia estado un par de veces y me habia sorprendido el producto y su trato, especialmente el del pescado, que lo bordaron.

Empezamos con unos primeros a modo de pica-pica, anchoas (mejor pinta que sabor, buenas pero las comí mejor en varios sitios) jamón ibérico (exactamente lo mismo que las anchoas), coca de foie, con unos pimientos escalibados, estaba bien aunque no acabé de pillarle el maridaje del foie y los pimientos. En resumen esperaba algo mas de acuerdo a lo recordado en mis dos ultimas visitas.

Segundos, aqui si, justo lo que recordaba, eramos varios, se pidio bacalo con all i oli, a la llauna, buen producto, muy bien cocinado, un rape, espectacular, dos tacos con una pintaza increible y muy bien cocinados tambien, lo volvieron a bordar. En el apartado carnes, unos escalopines de ternera a la mostaza, cortes finos y tiernos, con una salsa de mostaza suave que no enmascarba la carne.

Varios postres, buenos porque son postres, pero sin nada que destacar.

El vino fue Luis Cañas crianza 2006 (16,50€) servido a temperatura en copas correctas, descorche y ya esta. Una carta normalita, de las muchas que te puedes encontrar por ahi.

En el apartado calidad-precio, creo que sale perdiendo un poco si lo comparo con otros restaurantes con similar calidad de producto y cocina, pero con un precio algo mas contenido.

Siendo Molinenc de adopción, consideramos este restaurante como la mejor opción (y desde hace unos años ya), para mantener una cena íntima, o con alguna pareja más (poco espacio más te ofrece el local). El ambiente cuidado y coqueto, recuerda a un salón de una masía con una cierta gracia. Sus platos, sin lugar a dudas: garbanzos de Astorga con un salteado de butifarra y setas de primero, y el Bacalao a la llauna como segundo. Su carta es sencilla pero muy bien cuidada. Dejarse aconsejar con platos especiales como "Els Rovellons de botó" como entrante si el otoño acompaña.

En el centro histórico de la villa, con notables problemas de aparcamiento (mejor ir con la C4 de Cercanías; son 20 minutos y además está a 150 mts. de la estación). Ambiente acogedor, aunque con exceso de decoración tipo cachivache. Exhaustivo aprovechamiento del espacio ya de por si pequeño, con lo que resulta ruidoso a poco que se llene, cosa nada difícil. Es una lástima, porque una simple conversación es imposible. Vajilla impecable. Cocina honesta, a la vez tradicional e imaginativa. Aperitivo sólo para salir del paso. Inapelable el clásico de la casa, los garbanzos de Astorga con refrito de ajetes, dos butifarras y setas del tiempo. Excelentes los bacalaos (a resaltar el confitado con langostinos sobre lecho de porrusalda) y todos los pescados, absolutamente de mercado. Postres con altibajos, algunos imaginativos. Bodega correcta y, cosa infrecuente, a precio razonable.