La verdad es que comimos muy bien aunque los preambulos no eran muy prometedores.Nos acomodaron rapidamente,habia varias mesas libres,pero tardaron demasiado en atendernos.La carta no existe,te van cantando lo que tienen,cosa que me parece bien para la taberna de mi pueblo,pero no para un restaurant donde es importante saber por donde van los tiros.Al pedir la carta de vinos me dice que alguien se la ha llevado a casa y se limita a decirme si quiero Rioja o Ribera,estuve a punto de pedirle una cerveza.A mis espaldas tengo mas de cien botellas pero ¿sin una carta como voy a poder elegir?.Pedimos solomillo iberico,muy bueno,una ensalada muy completa y helado de turron casero muy bueno.El precio me parecio desorbitado,dos mayores y dos niños 126 euros me parece exagerado.

Aparte del jamón ibérico, que me sorprendió positivamente, el arroz es el fuerte de la casa. La paella de habas y alcachofas estaba excelente. No pude probar los postres caseros, pues sólo llegamos a la fruta. Uno de los entrantes que pedimos nunca vino a la mesa. Por lo que cuentan, de lo mejorcito de la zona.

Hacia mucho tiempo (por motivos profesionales) que no visitaba El Comodoro y puedo asegurar que Pepe Y Amparin continuan su gran labor al frente de este ,sin lugar a dudas, restaurante enseña de la Vall d Albaida.

El Jamón tan bueno como siempre, los calamares en su linea insuperable, la mojama y la hueva deliciosa y para terminar una paella de pollo y conejo con habas y alcachofas para quitar el hipo.

El local como es costumbre en dias laborables hasta los topes y con mucho ambiente. Nada que objetar.

Amparin, Pepe. POR FAVOR CONTINUAD CON ESTA TRAYECTORIA y gracias por dejarnos pasar tan buenos (y largos) ratos en vuestra casa.

Una agradable sorpresa. Lo más destacable es la relacion precio-calidad: Excepcional. Buen jamón al corte. Arroces dificilmente superables, con una excepción: No pidan el arroz al horno. Repostería, con una luminaria, el flan casero, es inefable, elegante, potente. El servicio... El maitre es un tipo bastante corto y despistado; las camareras son provenientes de los paises del Este, con limitado conocimiento del español; ello propicia cierto desmadejamiento y laxitud a la hora del trabajo intenso. La dueña, Amparo, de gran fuerza, caracter y amabilidad. Jose Calero (Calerito de Albaida), un personaje digno de conocer. Las hijas, cuando están, muy amables, profesionales y dedicadas. En esa comarca (desde Alcoi a Onteniente ), un local imprescindible.

Soy un asiduo de este Restaurante y no estoy al 100% de acuerdo con el comentario anterior.

Si es verdad que la cuberteria y coperio es mejorbale y si es tb verdad que no existe carta de vinos creo que tb es necesario señalar que la oferta de estos (tinto sobre todo) es muy amplia. Pepe Soler (dueño y jefe de cocian de este local) es un gran conocedor de vinos y aconseja muy acertadamente.

¿Que se puede decir de la comida? Que sin lugar a dudas es donde mejor arroz se come de toda La Vall d´Albaida destacando principalmente La Paella de pollo y conejo con las verduras que da la huerta y la de Langosta ya sea en su vertiente melosa o seca. Nunca Bogavante. Siempre Langosta. A destacar entre sus entrantes El Jamon Iberico de Bellota muy bien cortado por Pepe, sus salozones como la hueva, mojama, anchoas etc, sus calamares a la romana (de los mejores que yo he probado) y sus caracoles.

El local es muy espacioso y muy bien decorado donde la reforma de los lavabos ha dejado uno de los mejores locales de toda la comarca. A destacar tb su barra donde se puede picar algo antes de entrar a comer al Restaurante.

El servicio es muy atento y por favor no dejar de probar antes de marcharos sus Gin Tonics. De lujo total.

Yo he pasado muy buenos ratos en este Restaurante y espero que Pepe y Amparin continuen tan buena labor al cargo de este sin duda Gran Restaurante.

Local de decoración ecléctica predominantemente rústica con dos comedores.

La carta está compuesta por 20 aperitivos y entrantes, unos siete tipos de arroces, seis o siete elaboraciones de carne, otras tantas de pescado y unos cuantos postres, todos ellos caseros. La vajilla es aceptable aunque no destacable y la cubertería mediocre. El servicio es atento y dispuesto, aunque poco profesional, nos tomó nota la camarera, en lugar de la jefa de sala.

La carta de vinos es inexistente, te invitan a levantarte y elegir de entre las estanterías la referencia que consideres oportuna. Algunos de los vinos se conservan en armario climatizador. La cristalería sin ser de marca constatable, era de cristal fino y de forma adecuada. El servicio del vino es, como la carta, inexistente.

Tomamos: bitter, unas cervezas, con frutos secos y jamón ibérico de bellota (bien cortado) con unas tostadas de pan en aceite de oliva y tomate. Seguidamente un estupendo arroz caldoso de langosta que maridamos con un novedoso Vallblanca 2005 (coupage de Macabeo y Sauvignon blanc). De postre: flan de huevo casero (tal vez el mejor y enorme de tamaño), tiramisú y flan de turrón. Todo ello por 40 € comensal