Restaurante San Andreu en Valencia
Restaurante San Andreu
País:
España
Provincia:
Localidad:
Cód. Postal:

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Precio desde:
40,00 €
(precio más bajo introducido por un usuario)
Nota de cata PRECIO MEDIO:
40 €
Nota de cata VALORACIÓN MEDIA:
4.6
Servicio del vino SERVICIO DEL VINO
4.8
Comida COMIDA
4.9
Precio medio entorno ENTORNO
4.7
RCP CALIDAD-PRECIO
3.0
Opiniones de San Andreu
OPINIONES
9

Para los que conocimos la bodega anteriormente con Pascual, la experiencia es decepcionante. El local incómodo. Ha perdido el encanto que tenía antaño. Las copas bien les vale un secado a paño. Las habas deprimentes. Jamón y queso buenos (donde no interviene nada de elaboración), y el arroz de bogavante para llorar. Sin postres y con cervezas por 40 euros por cabeza es una experiencia deprimente. Para no volver, y un insulto al anterior establecimiento.

Hacía tiempo que había ido a esta local, pero nunca a cenar, y dado que el otro día estaba casi todo cerrado, entramos aquí. El servicio resultó amable, aunque mejorable en las formas (dejaban las botellas de agua sin abrir en la mesa, servían una copa de vino para degustar pero luego no sirvieron al acompañante...). El servicio del vino mejorable, sobre todo si tenemos en cuenta el beneficio económico que sacan de cada botella, dado que el precio es algo desorbitado (un rafael cambra dos, por 21€). La cocina muy bien elaborada, y con productos muy buenos (basta ver el foie con pan belga caliente, o el secreto con reducción de px), aunque mejorable en los postres. Además de la carta general tienen unas recomendaciones bastante interesantes y muy numerosas. La relación calidad-precio algo desajustada. El local bonito aunque algo incómodo, con muchas mesas y muy juntas.

Tercera visita. Han mejorado el trato al cliente, puntual y amable. Trato del vino y copas decentes, carta subida de precio. Entrantes, bien: croquetas, alcachofas, tomate con ventresca y salmonetes. Buen arroz meloso de segundo. Postres caseros y acertados: tarta de manzana y tocino de cielo. Baños limpios y mínima separación entre mesas, su mayor pero. Es cierto que el espacio no da para más. Se aprecia una mejora. No puedo comentar precio, ya que fui invitado.

Fuimos un jueves a cenar, y decidimos entrar porque la decoración era curiosa, con cristalera llena de botellas de vino y algún magnum, otra pared hecha de chapa metálica, conjugado con barricas y parte más clásica. Curioso. Como comentan, pocas mesas y muy pequeñas, lo que hacen que no disfrutes mucho de la velada. Mucho rioja y ribera, y "cuatro" valencianos. Botellas encima de la mesa (maduresa, por ejemplo, a 32 euros). Bebimos Miracle (claiente). Pedimos cubitera, bien. Segunda botella a temperatura. La comida buena, pero el precio medio (unos 35 euros) se queda alto para el local. Muy pequeño. una lástima.

El local tiene buen aspecto, pero las mesas son ridiculas y por tanto muy incómodas. No obstante decidimos quedarnos ya que varios platos de la carta nos llamaron la atención.
Si bien algunos platos estabán bastante correctos, como las alcachofas con jamón, el resto sencillamente no eran lo que se indicaba en carta (al parecer la cocina olvidó un par de ingredientes) o no estaban servidos en condiciones. Con el vino tuvimos más o menos lo mismo. Intentaron servirnos una botella que no habiamos pedido y que además tenian almacenada en el escaparate. Y cuando preguntamos sobre el vino a copas nos ofrecieron una botella que ya había sido rechazada por otra mesa por estar el vino en malas condiciones. Para colmo el responsable del local no se da ni siquiera por aludido.
En resumen dado el mal servicio el restaurante resulta extremadamente caro.

El servicio ha mejorado, más camareros y con mejor predisposición. Sigue padeciendo una acumulación de mesas que se solventaría fácilmente y todavía (tras seis meses desde que abrieron) no tienen una carta de vinos, con lo que tienes que elegir a ojo de buen cubero entre las referencias del aparador, algunas de las cuales son tapadas por los comensales de la mesas situada al lado (y no es cuestión de levantarlos). Por lo menos en esta ocasión el vino que pedimos (Rafael Cambra Uno) lo tenían dentro, y lo sirvieron a temperatura adecuada, sin alardes.
Entradas correctas: tellinas, croquetas de pollo y bacalao, boquerones, puntilla, revuelto de morcilla, pulpo. Unas mejores que otras, pero bien en conjunto. De segundo, entrecotte con patatas y pimientos del piquillo, bien. Buenos postres. Sobre 36 euros.
Ahora que la cocina parece que ha cogido un punto correcto, sería bueno que cuidaran otras cuestiones en aras a mejorar la comodidad del comensal y el tema del vino

Tres visitas desde el verano pasado y la primera (terraza) fue la mejor. Su bacalao pil-pil es una buena propuesta, sin pasarse. La segunda vez, el vino, creo recordar un Montecillo estaba acorchado y les costó reconocerlo. Opté por un vino de barrica y fue correcto. La tercera vez a primeros de Octubre, nos comentan unicamente 1 propuesta del dia. Luego descubrimos que habian más y el camarero nos discute, altaneramente, que nos las habia dicho todas. Sus modos, nos hicieron desistir de hacer una reserva en dias posteriores.
El servicio del vino, no lo tratan adecuadamente, aunque disponen de material suficiente para ello; les falta ese "saber hacer". Solo fumadores.

Nueva visita bastante mejorada respecto a la anterior. Ahota tan sólo hay dos platos de carne y pescado, con alguna sugerencia del día. Tal vez la reducción ha redundado en una mayor calidad. Buenos entrantes a base de pulpo, croquetas y caracoles y muy buen entrecotte de buey. Un poquito pesada la guarnición (tempura de calabacín, patatas fritas). El servicio sigue lento, y tiene detalles que no son de recibo (levantar a un comensal para sacar una botella de vino del aparador, por ejemplo). Bebimos Miracle, servicio casi inexistente. Buenos postres (tarta Sacher). Lo mejor sigue siendo el vuelco total que se ha dado al aspecto del local, aunque las ansias de rentabilizar el espacio provocan sensación de apretura. Si es posible, hay que entretenerse fijándose en los pequeños cuadros y carteles que decoran el local. Resulta curiosa la adaptación a la cocina y gusto del consumidor que ha tenido el cocinero y propietario, que procede de centroeuropa.

Antigua Bodega convertida en Restaurante (¿o Taberna?).
Sitio divertido con decoración que mezcla gran parte de la antigua bodega con elementos minimalistas acertados; muy bien la barra antigua con pantallas bajas.
Buena cocina, elevando muchas veces la calidad de platos muy conocidos: Pulpo, setas con jamón, revueltos, caracoles,...
Materias primas mediterráneas y de calidad manejadas por un chef con ideas centroeuropeas.
Existen ciertas bebidas que se siguen sirviendo desde los viejos barriles de madera, como por ejemplo el vermouth rojo: Buenísssimo!!!
Perfecta, tirando a muy buena, relación calidad/precio.
No apto para grupos muy grandes; mejor parajas o gupos de hasta seis personas.
Necesario reservar, excepto en las barras claro.

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