Sabía de su existencia, lo veía de pasada en mi destino a otros. Siempre lo miraba, pero me faltaba una opinión cercana. Ésta no llegaba, la comida asturiana me gusta, a quien no, por lo tanto me decidí a entrar sobre la marcha.
Al cruzar la puerta me vino ese tufillo rancio de estos sitios, observé con agrado las mesas y banquetas, la pared de pizarra... Esperaba no obstante una barra corrida que no tiene y que propiciara un ambiente más bullicioso y auténtico. De todas formas el local no está nada mal para su fin.
Numerosos platos, bueno, platitos, en carta. Opción de menú fin de semana a 10.90 €. con la opción de dos platos + postre o tres platos. Sin bebida.
Las opciones dentro del menú me parecieron más que suficientes y me decanté por el de las tres tapas.
- Txipirones
- Chorizos a la sidra
- Revuelto de setas, trigueros y ajetes
Tres chipis recalentados y demasiado huecos, chorizos flojos, los he comido de largo mejores comprados de marcas asturianas como Laurel, etc. y un revuelto correcto por su falta de misterio y de combinación ganadora.
De lo que más disfruté fue de su pan rústico gomoso con sabor a servilleta de hilo (Recuerdos de infancia, así lo tapaba mi abuela) y con la botella de sidra natural que me pimplé. Te trae el primer vaso servido y luego le coloca el tapón escanciador y te deja la libertad de servirte. El camarero me pareció experimentado y acostumbrado a un ritmo mucho mayor.
El café sólo lo hacen bueno pero te lo cobran a cuchillo (1,40 €.) para el sitio que es.
Desde luego que comer acompañado se hace mejor, y en este caso más si se tiene en cuenta su formato de menú. Unas cuantas personas se pueden juntar de una tacada con todos las opciones del mismo sobre la mesa si cada uno pide distinto.
Interesante ver los vinos escritos a tiza en la pared de pizarra y a los precios que los tienen. Desconozco el coperío, pero si es además decente, puede ser una buena oportunidad.
La calidad me ha parecido floja. Una pena.
Hacía tiempo que no iba y tenía un grato recuerdo. No me importaba ni la incomodidad de las sillas ni el follón que se monta, ya que antiguamente la materia prima era excepcional. Hay demasiado ruído pero lo desagradable empezó nada más llegar.
Habíamos reservado mesa a las 9.30 y nos hicieron esperar un montón de tiempo. Nos quejamos por la espera y una camarera bastante maleducada nos dijo que allí funcionaban así. Las raciones patéticas, muy poca cantidad y caro para lo que sirven. El lacón es jamón york del barato y la croquetas de caseras no tienen nada, son congeladas y de las baratas aunque la cobran a un euro. La calidad de los quesos deja bastante qe desear (y la cantidad no digamos), si aún así alguien (que no sea un guiri despistado) se anima a ir un último consejo, ni se os ocurra pedir postre, hay otras formas de tirar el dinero
He frecuentado éste local con frecuencia, más de diez o quince veces, ahora hacía tiempo que no pasaba y lo hice hace diez días aproximadamente y una pena, nada que ver.
Tomamos vino por copas, Viña Pomal a 2,50.-/copa, servido con desgana pero se acepta, sabemos donde estamos. El problema viene cuando pides medias raciones de lomo y jamón ibérico y te dicen que no, que es tamaño único y que no es muy grande, entiendes perfectamente a la camarera cuando te pone el plato en la mesa, unas ridículas lonchas en cantidad, y baja en calidad, poco para 15.- euros el plato, al menos el plato de quesos asturianos era "algo" más completo y no nos importó pagar otros 15.-, el lacón correcto pero nada más, las patatas al cabrales se salvaban por la salsa muy rica, el pulpo a Feira igual de pequeño en cuanto a cantidades, todo esto acompañado de un murmullo constante de voces y gente comentando (esto ya sucedía antes) pero ahora se ha multiplicado... Sinceramente 65.- euros, dos personas si valoro el contenido y el continente no creo que vuelva.
Fuimos a tomar unas tapas, teniendo en cuanta que era un lugar donde casi siempre esta lleno y por lo tanto se intuye que se debe de comer bien.
El lugar es pequeño y no excesivamente comodo, por las butacas bajas y el bullicio del local, de todas formas tampoco creo que busquen ser un restaurante de postin.
Hay algo de variedad de vinos como asi lo demuestran las notas de las pareden y algun vino por copas.
La carta se basa practicamente en tapas y nosotros nos decidimos por unas patatas con cabrales, calamares en su tinta y atun con pisto.
Una copa de vino tinto y otra de albariño (a cual peor).El tinto era Val de los Frailes y el albariño, ni lo vi ni lo pregunte.
En cuanto a la comida, eso, a mi no gusto y a mi pareja si, quiza fuera porque yo iba sin hambre ninguna ?
Soy Asturiano y lo único que me he encontrado de Asturias aquí es el nombre del Bar que me recuerda al campo de fútbol del Sporting de Gijón, nada más. Tomamos varias tapas y nos sorprendió que casi todo era congelado. La calidad de las materias primas no existe. No hay nada de nada que me recuerde a Asturias. Las raciones escasas ...... Los que hayan estado en el Principado podrán confirmar lo que digo. El servicio inexistente y las mesas y sillas invitan a marcharse cuanto antes. Una decepción total. De restaurante nada, un bar que ni siquiera se parece a los chigres de Asturias.
Como medio leonés, medio asturiano que soy, El Molinón siempre es una alternativa para chatear o degustar unas raciones variadas en Valencia, donde el concepto de tapeo está dejado de la mano de Dios.
Roque logra aglutinar la gastronomía del Norte de España en un vaso mezclador. Nos encontramos esencias de todo el frontal Cantábrico más parte de la Meseta ( desde el vino turbio gallego, a los txacolis vascos, pasando por la Cecina de Astorga y la morcilla de Burgos ).
Sabores populares, aunque en algunos platos no se respeta ni la identidad, ni la autenticidad ni cierta calidad ( croquetas congeladas, ciertos quesos, el lacón, el revuelto de oricios y la cecina son mejorables... ). Precios algo subidos, para las cantidades y calidades ofrecidas ( excepto en los vinos, que se contienen y consiguen una digna RCP ).
Establecimiento con aire de chigre pero sin su ambiente de fiesta, tan típico en Asturias. Aunque suele estar masificado, sobre todo los fines de semana, le falta algo de gracia. En todo caso recomendable, dada la oferta existente en VLC.
Lo mejor: la pared revestida de plaquetas de pizarra con los vinos escritos a tiza y el poderse escanciar unos culinos de buena sidra Trabanco. Siempre es una regresión a la tierra !
Después de tanto tiempo volvimos a El Molinón y fue un grato reencuentro. No había visto la reforma y lo cierto es que el local ha ganado con ella, pero mantiene los incómodas mesas y el banco corrido, no demasiado apto para relajarte cenando, con riesgo de salir de allí con un problema grave de espalda.
La cocina se mantiene en calidad de materia primas, mandando el producto del Norte de España, que es el verdadero protagonista de esta sidrería. La morcilla o el lacón siguen estando exquisitos.
En cuanto a la sidra esta vez la hicimos a un lado y pedimos un Txakolí y un Estrecho de Mendoza a 23€ éste último. Tienen vinos en oferta con un excelente precio y en general los precios no son abusivos. Copas mejorables pero se aceptan en un entorno más de bar que de restaurante.
Volveremos, eso sí, domingo noche y tuvimos que esperar media hora para sentarnos a cenar.
He ido 4 o 5 veces, con gente distinta y tanto yo, como la gente con la que iba, hemos salido encantados en todas las ocasiones.
El revuelto de Oricios y las Costillitas a la Sidra: un 10.
El trato siempre correctísimo.
El precio... pues suele salir sobre unos 18 euros por persona.
Como inconveniente: los fines de semana se llena tanto que te toca esperar un montón (aún habiendo reservado mesa) y a veces, en la parte de abajo, entre la gente que está esperando y el bullicio en las mesas de la entrada, llega a agobiar un poco.
ALTAMENTE RECOMENDABLE (aunque mejor entre semana)
Un local al que tenía profunda veneración, a pesar de lo caro que resultaba algo que, al final, es simplemente tapear a lo recio. Señores, no se engañen, la comida YA NO ES BUENA. Ración de croquetas (7euros, a euro/croqueta) y estaban CONGELADAS. Pedimos cambio y nos las vuelven a traer congeladas. Engaño de Lacón con pintas de ser más York con chorritón de aceite. Intentamos hacer una mención al asunto al encargadillo, que nos contesta con aire chulesco. Pedimos la Hoja de Reclamaciones, y atención que el tipo NO TENÍA NI IDEA de dónde estaba el libro.
Nn suspenso que será difícil de recuperar. No vuelvo ni invitado.
Mas que Restaurante, se trata de un bar adecuado o acondicionado para comer sentado, no sin alguna incomodidad. Como bar de tapas, no esta mal y ofrece algún platito curioso, el concepto es el del famosísimo y muy típico “Chigre” en Asturias, pero ahí es donde justamente falla, el local aun llamándose “Sidrería” y para mas señas “Molinón” tan típico de Gijón, no es genuinamente asturiano, quizá por la falta de mercado en sus inicios o bien por abarcar mas clientela que la meramente interesada en esta denominación, el caso es que abarca especialidades típicas vascas o gallegas! Pero la verdad es que no esta nada mal y siempre es un recurso interesante.
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