Después de tanto tiempo volvimos a El Molinón y fue un grato reencuentro.

Después de tanto tiempo volvimos a El Molinón y fue un grato reencuentro. No había visto la reforma y lo cierto es que el local ha ganado con ella, pero mantiene los incómodas mesas y el banco corrido, no demasiado apto para relajarte cenando, con riesgo de salir de allí con un problema grave de espalda.
La cocina se mantiene en calidad de materia primas, mandando el producto del Norte de España, que es el verdadero protagonista de esta sidrería. La morcilla o el lacón siguen estando exquisitos.
En cuanto a la sidra esta vez la hicimos a un lado y pedimos un Txakolí y un Estrecho de Mendoza a 23€ éste último. Tienen vinos en oferta con un excelente precio y en general los precios no son abusivos. Copas mejorables pero se aceptan en un entorno más de bar que de restaurante.
Volveremos, eso sí, domingo noche y tuvimos que esperar media hora para sentarnos a cenar.

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