Hay ocasiones en las que uno acude a un restaurante sabiendo que va a comer bien, pero confluyen una serie de circunstancias ajenas a uno mismo que hacen que se disfrute de forma desmesurada e inesperada desde el mismo momento en que te sientas en la mesa hasta que se le da el último sorbo al café que da por finalizada la comida.
Acudí al Aretxondo sabiendo que es una cocina “diferente”, “pelín más tradicional” o directamente se podría decir que está en un nivel más modesto que la de su hermano gemelo Andra Mari. Acudí además con la errónea convicción de que la experiencia gastronómica iba a ser inferior a la vivida hace un mes en Andra Mari…”craso error”.
En este restaurante sucedió, y no sé por qué, que todos los factores que determinan una buena experiencia gastronómica se alinean de la forma adecuada: buen ambiente de sala, buena gastronomía, buenos vinos y la mejor compañera de mesa, dando paso a una magia que le hace a uno ir llenándose emocionalmente hasta salir del local con una sonrisa de oreja a oreja. Pues así fue como me sucedió y a continuación expondré el desarrollo de los acontecimientos que me llevaron a ese estado emocional:
Al igual que he hecho yo con el compañero Gastiola en más de una ocasión, en este caso es él el que me ha ahorrado el trabajo de describir el local y el entorno.
Es nuestra primera visita a este restaurante; previa reserva telefónica, nos presentamos muy pronto y somos los primeros en estrenar su gran comedor rodeado de madera y ventanales. Nos ubican en una estupenda mesa cuadrada situada junto a una de las ventanas. Buenas vistas que hoy no lo son tanto debido a las nubes bajas que todo lo ocultan y que no dejan de regar el valle. Un día soleado será otro cantar…
Entre las numerosas opciones que ofrecen, Menú ejecutivo (18,15 € Iva incluido) que incluye bebidas, Menú Aretxondo (38,5 € Iva incluido) con vino y café, Menú Gastronómico (60,80 € Iva incluido) incluye vino, y carta. Nos decantamos por esta última opción para satisfacer nuestras apetencias.
Dos comensales, los dos primeros platos fueron a compartir y los emplataron individualmente:
**APERITIVO (por cuenta de la casa): una cuchara con ENSALADILLA DE TXANGURRO Y TOSTADA DE ATÚN CON PIMIENTO Y PIPARRA. Me encanta este comienzo.
**CIGALA CRUJIENTE DE CORTEZA DE TRIGO EN SU JUGO: Hermosa cola de cigala, crujiente por fuera debido a la cubierta de corteza de trigo que la vestía y muy jugosa por dentro. En el fondo del plato había como una especie de fumet que potenciaba más si cabe el sabor de la cigala. Nos encantó. (VER FOTO)
**BEGIHAUNDI CON YEMA DE CASERÍO A LA PLANCHA Y AROMA DE AZAFRÁN: Plato original y muy colorista. El Begihaundi (calamar), estaba en su punto y lo habían impregnado de aroma de azafrán…nunca lo había probado con esos matices. Acompañado de una yema de huevo a la plancha y de salsa de chipirón, todo mezclado generaba sabores no había probado antes y me sorprendieron muy gratamente. (VER FOTO)
**TIMBAL DE RABO DE BUEY ESTOFADO (Elección de mi acompañante):
Este plato no suele fallar cuando está bien hecho y así fue. Venía acompañado con un penacho de espuma de queso Parmesano que le iba de maravilla. Plato de sabor potente como tiene que ser, carne jugosa y el disfrute como protagonista. (VER FOTO)
**DEGUSTACIÓN DE BACALAO: PIL-PIL, CLUB RANERO Y VIZCAÍNA (Mi elección). 3 buenos trozos de bacalao, cada uno con la salsa detallada, bacalao en su punto. El que más me gustó fue sin duda el pil-pil. Hacía tiempo que no tomaba bacalao y con este plato quedé muy satisfecho.
POSTRES:
**IRLANDÉS DECONSTRUIDO: VAINILLA, CHOCOLATE, WHISKY Y CAFÉ (Elección de mi acompañante): presentado en un vaso, con sus diferentes capas. Chocolate granulado abajo, helado de vainilla al medio y crema de whisky y café coronando el vaso junto con unas tejas. De esos postres de meter la cuchara hasta el fondo y sacarla arrastrando todo lo que quepa. Lo probé y me gustó.
**TORRIJA DE COCO CARAMELIZADA CON HELADO DE MANGO (Mi elección): el coco no suele ser mi fuerte, pero tenía curiosidad y lo pedí. Torrija jugosa a más no poder, con sabor sutil a coco que se endulzaba con el helado de mango. Me gustó mucho.
VINO:
carta con predominio de Riojas y Riberas. También contenía un poco de todo del resto de las denominaciones con una o dos referencias en cada una de ellas. Veo entre los blancos que tienen AS SORTES, Valdeorras de Rafael Palacios (recientemente recomendado por el veremero JaviValencia) pero me comentan que no les queda ninguna botella…¡vaya, me quedo con las ganas!
Segundo intento y acierto…nos decidimos por un ENATE Chardonnay 2010, vino blanco, Somontano. Copas aceptables, presentación de botella, descorche, prueba, primer servicio y llenado esporádico de copas durante la comida. Temperatura adecuada de la botella y reposo en cubitera. Aromas a tostados, a mí personalmente me gusta mucho porque es un blanco que tiene fuerza. A mi compañera le gusta menos ya que le gustan vinos más afrutados. Es el primer ENATE que pedimos en un restaurante y a mí me ha convencido y mucho. (23,10 € Iva incluido).
En este apartado incluiré también los vinos dulces que acompañaron a los postres. Yo directamente me decanto por un PX NOÉ…qué decir de este vino, riquísimo. (7,40 € copa con Iva)
Mi acompañante tiene curiosidad por un vino que hay en carta Oremus Tokaji Aszú 2002- 6 Puttonyos (cantidad de uva utilizada para elaborar el vino...6 Puttonyos es el máximo). Por el nombre, pienso en un primer momento que se trata de un vino japonés, pero me comenta la mujer que nos atiende en mesa que se trata de un vino Húngaro…¡qué cosas! (me digo riéndome de mí mismo).
Como mi compañera está lanzada, se pide otra copita de este vino húngaro y cuál es nuestra sorpresa que no es que esté bueno, está lo siguiente. ¡Qué matices! No sabría describirlos; animo a cualquiera a probarlo si se cruza en su camino y que juzgue cada uno.
Además, cuenta la historia que el propio Voltaire, al probar este vino dijo “este vino vigoriza cada fibra de mi cerebro, y produce en lo más profundo de mi alma un destello encantador de inteligencia y buen humor”…sospecho que esta frase fue más fruto de la cantidad de licor que bebió que de la calidad del mismo. Yo solo puedo decir que después de beberlo me sentí como un campeón.
PAN: Chapatas individuales de pan artesano. En este apartado se echa de menos la variedad de panes que tiene su gemelo Andra Mari. Aun así, el pan estaba bien crujiente y rico.
También bebimos una botella de agua.
Café solo muy rico e infusión de té rojo y trufa realmente rica, de las mejores que he probado. Se acompañaron de pastas varias detalle de la casa.
La cuenta ascendió a 144,65 € (Iva incluido). Es dinero, y mucho, pero para mí el disfrute ha sido tal que en mi particular economía emocional ha salido gratis.
El servicio de mesa, al igual que en el Andra Mari, formado por mujeres vestidas con traje tradicional. Atención estupenda, gobernando el tiempo entre cocina y mesa, sin que faltara nada en ningún momento. Además, con una de ellas mantuvimos una conversación muy agradable e instructiva sobre los vinos que tomamos, sobre todo hablamos del Tokaji Aszú.
Local que me ha encantado, no sé si ha sido un día puntual o será una sensación que perdurará en las siguientes visitas que le haga. Pese a dispensar una cocina un poquito más tradicional y menos arriesgada que la de su hermano Andra Mari, en mi caso particular, ha conseguido hacerme vivir una experiencia realmente redonda.