Parece que la vocación de este restaurante es su tendencia a la cocina creativa y elaborada. Superando algunas estridencias y extravagancias del pasado, presenta una cocina avanzada, bien ejecutada, de contrastes y armonias( al menos en sus entrantes), con reminiscencias clásicas y tendencia a presentar platos, que exigen fases o pasos para degustarlos correctamente. No destaco nada, aq si es importante señalar, que dentro de esa tendencia al contraste y a la ´participación de ingredientes, productos y textura, aparece en sentido de integración y finalización que permite degustar platos gustosos y equilibrados. Por lo demás la carta de vinos, precisaría una renovación y actualización de añadas y botellas st, en el apartado Italia y Francia( aq no haya demanda, debe haber oferta si la carta lo indica, si no mejor quitar la referencia). El lugar es discreto, algo estrecho e incomodo y quizás trasnochado. Servicio amable y atento. Servicio del vino correcto, sin nada que objetar.
Pequeña y casi desconocida joya de la restauración zaragozana. Segunda visita, más que agradable, con un pequeño pero, inmovilismo en la carta, o por lo menos en su menú degustación, ya que después de mi segunda visita (la primera sería hace unos 5 años), me suenan varios de los platos del mismo. Compuesto por:
Aperitivos:
- Rollitos de chistorra.
- Croquetitas de boletus.
Entrantes:
- Tostadas de Micuit, manzana y mermelada de violetas.
- Rollitos de changurro con rebozuelo.
- Arroz con bacalao y alioli.
Principales:
- Dorada con mayonesa de mango y torrefacto de aceitunas negras.
- Solomillo de buey, relleno de foie, senderuelas y acompañado de fideos de arroz y 5 pimientas.
Postre:
- Tigretón (postre que recuerda al pastel del mismo nombre).
Imprescindible (todos los platos muy bien elaborados) si no se ha estado nunca, quizás poco arriesgado (un poco fáciles), y como digo estancado, pero aun así indispensable su visita.
Servicio atento y cordial, decoración y situación muy a mejorar.
Precio: 220 € de tres personas, con un Aura verdejo 2006, y un Finca Malavëina 2003.
Imaginación, fantasía y creatividad al poder. Cenamos francamente bien.
Gran carta de vinos con abundantes referencias internacionales. Abrimos con un riesling alemán, cambiamos a un pinot noir borgoñés y cerramos con un carmenere chileno, todos ellos estupendos y bien de precio, recomendados por un profesional y simpático maitre.
Los postres geniales, en especial el "Tigretón" (¡con cromo y todo!).
Un pero: la desafortunada decoración del local.
Por lo demás, fabuloso.
Es uno de los mejores restaurantes que hay en Zaragoza, el trato es excepcional y se come muy bien(espectacular).Diferente a lo que hay por ahi.Se puede ir con los ojos cerrados. Muy recomendable.
Es el Bulli de Zaragoza. Bodega alucinante. Felicidades al dueño y gracias por darnos la oportunidad de disfrutar como disfrutamos. Podeis ver su página web http://www.restaurantelaprensa.com
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