Recientemente hemos podido disfrutar de la excelente cocina del restaurant Estany Clar, una bonita masia decorada con elegancia que sirve de marco perfecto para la degustación de su alta cocina.
Tomamos el menú desgustación basado en platos con pequeñas cantidades pero se iban sumando uno tras otro hasta conformar una sinfonía de gustos y sabores exquisita.
El servicio, es impecable y amabilísimo además de profesional lo que conforma un conjunto de activos merecedores de la esterlla Michelin. Dos puntos a destacar: los panes, simplemente exquisitos. Y los vinos, los cuales se presentan en una original carta grabada en un ipad, están a la altura del establecimiento y los precios son más comedidos que de costumbre, pudiendo además escoger buenos caldos a precios razonables. Muy bien.
Además, tienen algunos detalles con el cliente muy simpáticos y que para descubrir debréis visitar y disfrutar de este restaurant del Berguedà. ¡ Salud !
Cuando visitamos un gran restaurante pensamos o esperamos degustar alta cocina, encontrar técnica culinaria, buen servicio del vino y de la mesa y además... imaginamos o fantaseamos con una ilusión que debería existir siempre , pero que no es tan habitual: la sensación de que unos profesionales que se dedican a ello nos hagan disfrutar, que se preocupen de multiplicar el placer gastronómico con su ilusión y dedicación. Pués bien, en Estany Clar, además de degustar alta cocina , y de poder acceder a una buena carta de vinos en un marco incomparable, esa ilusión se hace realidad, nos ofrecen un trato amable, respetuoso, muestran interés en nuestro disfrute sin agobiar y el resultado es espléndido. El menú degustación merece la pena , pequeñas degustaciones de alta cocina sustentadas en una buena técnica, producto y presentaciones sencillas pero delicadas y marcadas por el buen gusto sin estridencias. Algunos platos rozan lo sublime como el ravioli de bogavante y necora( ojo al trazo de pimiento), la alcachofa con cebollino y esferas de trufa o los maravillosos entrantes del inicio. La reposteria mantenida por el mismo cocinero( nada habitual a este nivel) es excelsa: crepe de plátano, biscuit de frambuesas y pistacho, en fin, un complemento perfecto. Mejoraría el pan para colocarlo a la altura del resto.La carta de vinos es amplia, aq necesitaría mayor control de la misma. No hay sumiller pero el servicio del mismo es correcto y suficiente y st a precios razonables, pudiendo encontrar cosas curiosas. A diferencia del compañero anterior, debo decir que el servicio me encantó, multiplicó mi disfrute, sin prisas, lleno de afecto, ilusión interés, respeto , amabilidad y cariño, Zorionak Ana!!!.
En resumidas cuentas un gran restaurante, en una masía sensacional, acogedora, que invita al disfrute, una cocina excelente con buen gusto y plena de sensibilidad. RPC buena 70 euros menú, para recomendar y para disfrutar...
Cuando he introducido el nombre pensaba que no había sido visitado, pero es evidente mi error.
Masía en la entrada del Pirineo, bonito jardín con una exposición de plantas aromáticas en la entrada.
La sala comedor esta bien distribuida la separación entre mesas es adecuada, aunque nos arreglaron la mesa dentro de una salita reservada.
Pudimos elegir cuatro entrantes de la carta como degustación y un plato principal, de los entrantes recuerdo, el canelo de l'avia, ensalada de frutas, ravioli de setas con bogavante y arroz seco con gamba de Palamos, con un producto de primera calidad y una presentación, que rozaba el arte
Puede que en algunos platos mi descripción, no contenga fielmente las palabras de la carta, pero como referencia os puede valer.
El plato principal para mi fue el cabrito, a baja temperatura con un punto dulzón, que le da la manzana que personal mente no me entusiasma, pero estaba bien resuelto.
Tanto los aperitivos como los postres estuvieron a la altura de tan digna comida.
La carta de vinos amplia bien estructurada con alguna falta, el servicio del vino profesional con detalles de importancia, por cierto tomamos ACOS de Viña Sastre.
El servicio tal vez lo mas flojo y la fluidez y armonía de los platos destrozada por un servicio lento que rayaba el desespero.
El menu degustacion "era frio", hasta el 5 plato no habia nada caliente. Todo crioliofilizado y la misma textura gelatinosa de diferentes gustos. Las cantidades adecuadas pero nadasorprendente. El servicio sigue siendo joven, acelerado y tambien "frio". La "maître" solo aparecio al final tras pedir la cuenta.
Mala experiencia en nuestra 5 visita. Si la cocina mantiene el nivel, aunque sin ninguna sorpresa, tal y como nos tenia acostumbrados en las anteriores ocasiones; el servicio estuvo rayando lo inaceptable para un restaurante del nivel que se le supone por su estrella: Es inconcebible que en un maridaje se limiten sólo a servir el vino sin más, que sean incapaces de responder sin tener que consultar ninguna de las preguntas que realizamos sobre los platos del menú; y podría extenderme más... La verdad es que la mayoría era personal joven que no habíamos visto en anteriores visitas, y queremos pensar que sólo se trata de un mal día. Como siempre, salimos por unos 110€ por cabeza, bebida incluida. Si hubiese sido nuestra primera visita, seguro que no volveríamos, pero conservamos muy buenos recuerdos para concederle alguna otra oportunidad en el futuro.
Restaurante situado en una preciosa masía, rodeado de jardines. Comedor elegante con muy buena separación entre mesas.
Comida creativa a cargo del joven chef Jordi Cruz. Pedimos a la carta. Espectaculares las vieiras con alcachofas y excelente el llobarro con infusión de boletus. El cabrito a baja temperatura, algo seco. Postres buenos pero algo simplones.
No nos gustó que no nos sacaran el mismo número de aperitivos y golosinas que en el menú degustación, algo cada vez más habitual en algunos restaurantes. Además, el prepostre era casi identico al postre que pedimos, algo que deberían de haber avisado.
Infusiones de sobre, inaceptable para un restaurante de esta categoria.
Muy buena carta de vinos, excelentes copas y buen servicio.
Servicio de sala muy amable.
Auténtico festival de sabores y sensaciones. Cocina creativa, muy original, presentada de manera impecable y con una gama de sabores espectacular cada uno de los platos. Menu degustación (3 entrantes, 5 platos y 2 postres) por 60 euros. A mi las raciones me parecieron correctas en cuanto a cantidad (yo no me fui con hambre). Amplia carta de vinos (en este momento copas adecuadas). El maitre hace de somelier, pero..... Servicio eficiente. El restaurante ocupa una antigua masia restaurada con muybuen gusto y el ambiente es tranquilo y relajado. RCP óptima. Se le ven más estrellas en el horizonte...
Bonito comedor situado en una bonita masía. Servicio eficaz y profesional, aunque frío y sin sonrisa. Copas Riedel para vino y cava. Carta de vinos extensa, pero sin propuestas novedosas. Buen pan, aunque sólo 2 variedades. Tomamos el menú degustación, al precio nominal de 53 euros por persona. Comida creativa e imaginativa, con "humos", varias "espumas". En general, buen producto, bastante bien tratado y elaborado, con cuidadas presentaciones. Varios entrantes, varios primeros, un pescado, una carne y 3 postres. Café con varios "petit flous". Nos gustó, pero no me resisto a hacer algunas observaciones, con ánimo constructivo, para mejorar: las copas de agua desentonan con las Riedel de vino y cava; las sillas de plástico, aunque con almohadilla, tampoco son adecuadas; las servilletas, tipo "fonda" son inadecuadas (deberían ser de hilo como el mantel; el azúcar en sobrecitos para el café tampoco está a la altura; la ternera que remata el menú, tampoco está a la altura, le falta sabor; las cantidades de algunos platos son realmente escasas, rozando la tacañería, especialmente la ternera y el arroz. Unos 60 euros por persona, vino aparte.
Un muy buen trato a la materia prima, prentada de una manera original. Se cuidan mucho todos los detalles y el servicio es agradable y atento. En lo que respecta al vino, tengo la impresión que en cada nueva visita evolucionan a mejor, tanto en referencias como en trato. En su conjunto tienen bien merecido el premio de la estrella michelin. Sin duda, continuaremos repitiendo.
Gran restaurante en un gran entorno.Una masia muy bonita y bien restaurada al pie de la carretera que va a la Cerdanya en los Pirineos catalanes.
El menu degustacion muy completo: 3 aperitivos 5 pequeñas raciones con productos de 1º (foie gambas besugo etc...)y dos postres.
El vino un Koonuga Hill 01 de Pendfols, bien servido en copas Riedel.
Gran local (de ahi la estrella Michelin)con un joven cocinero muy atrevido que ha ganado diferentes premios.
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