Restaurante 365 (Hotel Son Brull) en Pollença - Mallorca
Restaurante 365 (Hotel Son Brull)
País:
España
Provincia:
Dirección:
Cód. Postal:

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Precio desde:
41,50 €
(precio más bajo introducido por un usuario)
Nota de cata PRECIO MEDIO:
41 €
Nota de cata VALORACIÓN MEDIA:
7.8
Servicio del vino SERVICIO DEL VINO
7.0
Comida COMIDA
7.5
Precio medio entorno ENTORNO
10.0
RCP CALIDAD-PRECIO
6.0
paella
calamares y pan
ensaimada
tapa carrillera
tumbet
postre
Opiniones de 365 (Hotel Son Brull)
OPINIONES
3

Como ya se ha comentado es el restaurante del hotel Son Brull (5 estrellas lujo) de la familia Suau, un precioso hotel de la famosa cadena Relais & Châteaux, sobre un antiguo monasterio jesuita del siglo XVIII y que dispone de un muy elegante comedor interior (para cenas) para unas 40 personas; en el exterior (para comidas) dispone de un amplio espacio junto a la magnífica piscina desbordante a modo de catarata con unas preciosas vistas de la zona y de sus propios campos y viñedos, a los pies de la montaña cercana a Pollensa, perfecto para un día de invierno al sol y que se desarrolla en formato bistro; junto a ello hay un bar de tapas y cocteles en el antiguo molino de aceite. Tienes recomendación Repsol y Michelín; en cocina está actualmente Andreu Segura y en sala Joan Amengual.

Amplio espacio apara aparcar antes de llegar al edificio, cuidados jardines a su alrededor y un entorno elegante y distinguido en cada rincón de uno de los hoteles más lujosos y tranquilos de la isla. Tiene elaboración propia de aceite y vino lo que le añade un plus gastronómico. 

Nos acomodaron junto al mirador en una amplia mesa de madera con manteles individuales de tela, sillas cómodas a modo de sillón con brazos, buenas copas, cubiertos, vajilla etc, como cabe esperar de un 5 estrellas. El servicio estuvo en el perfecto punto de elegancia sin tensión, amable, eficiente, con buenos consejos e incluso por momentos simpático y familiar pero en un transfondo de profesionalidad impoluta.

La carta de vinos es amplia, subida de precios en general, variada y con amplitud de opciones de precios; buena información. Teniendo vino propio, había poco que pensar, así que tomamos un par de aguas grandes y un Son Brull blanc 2021, vino ecológico de variedades locales que gustó bastante. El servicio fue bueno aunque sin rellenado continuado. También probamos el AOVE Son Brull con un muy buen pan en variadas clases y presentaciones más unas buenas aceitunas, mientras la espera de la comida.

Para comer, en la zona bistro, se dispone de una bastante amplia carta con lo que llaman tapas (serían entrantes) entre 7-15€ (salvo la gamba roja), arroces (16-32€) y platos (serían principales) entre 10-28€, más los postres (9€). Lo que pedimos para los 4, aunque sin compartir:

. calamares fritos: al estilo andaluz y con alioli: ración ajustada, bien elaborados y cumplidores.

. coca de ensaimada: con escalivada y filetes de anchoa: un pequeño desastre ya que sobre la base de la clásica ensaimada mallorquina, que salió quemada, se superpone la escalivada y las anchoas buscando un contraste dulce salado pero que no deja de ser una superposición de elementos sin ligazón.

. 2 x rolitos crujientes de carrillera de cerdo negro: referidos como sabrosos, bien cocinados, crujientes. Bien.

. huevos fritos con tumbet: magnífico de sabor, considerado como un principal y lo es, muy sabroso el tomate que cubre las verduras y un par de huevos fritos perfectos de ejecución. Recomendable.

. 2 x canelón de pato: con bechamel y jugo de pato: un par de canelones por plato, descritos como notables, aunque puede quedarse corto como ración.

. paella de pollo campero y pimiento rojo a la brasa: aquí hubo tela. Dejando aparte el tema de los pimientos a la brasa (por cierto buenos), añadidos al terminar la cocción del arroz, lo que es del gusto fuera de Valencia, y aquí pues lo dejas aparte como un complemento y punto; el problema vino de la cocción del arroz ya que la paella individual, de muy generoso tamaño y con el pollo sabroso y bien frito aunque añadido sobre el arroz antes de servir, repito, el arroz estaba más que crudo; calculo que estaría menos de 10 minutos, con lo que estaba duro no, lo siguiente. Se plantea una buena papeleta en un local así decir que no es comestible (salvo indigestión) y la verdad es que todo fueron facilidades y amabilidades. Se devolvió a cocina y se arregló con más caldo y más tiempo de cocción, quedando un resultado final aceptable para quien nos gusta el arroz al dente.

. lemon pie Son Brull: helado de leche merengada: entre unas cosas y otras había pasado más tiempo de lo deseable para acabar la comida así que no teníamos intención de postre sino solo cafés finales, pero ante la insistencia de su postre estrella, aceptamos con la idea de compartirlo y resultó de lo mejor de la comida; una perfecta elaboración de un postre clásico, muy sabroso, con acidez y dulzor equilibrado, buena ración. Muy recomendable.

Unos cafés finales disfrutando del paisaje y el lugar pusieron final a una comida de altibajos pero que repetiríamos por el entorno y el servicio que hicieron minimizar los inconvenientes que los hubo y se reconocieron hasta el punto de solucionarlos con presteza y amabilidad, amén de invitarnos al postre y a los cafés. 

En este periplo isleño una nueva opción de espacio físico y cocina. En la puntuación la calidad de comida podía bajar un punto y la calidad/precio de la experiencia podía subir un punto.

 

  • paella

    paella

  • calamares y pan

    calamares y pan

  • ensaimada

    ensaimada

  • tapa carrillera

    tapa carrillera

  • tumbet

    tumbet

  • postre

    postre

Joan Marc Garcías sigue con su profesionalidad y buen hacer al mando del restaurante del Hotel Son Brull. Variando la carta con unos intervalos muy adecuados. Se hablaba de la posibilidad de alcanzar este año una estrella Michelin, no ha sido así, aunque personalmente creo que se la merece, al menos he disfrutado más en el 365 que en otros estrellados de Mallorca. Quizás en el aspecto de servicio y tiempos de espera no sea siempre lo deseado cuando el restaurante esta muy concurrido. Destacar en nuestra última visita, unas manitas de cerdo con cigalas de excepción, un mero con sobrasada con una cocción y originalidad sorprendentes y sus siempre destacables postres, destacando su visión del arroz con leche con chocolate y ensaimada, divino. No tuvo tanto éxito, el entrante de percebes, pulpo y caldo espeso, solo para fanáticos de la gelatina. Servicio muy correcto en esta visita, si bien la ocupación del día, volviendo al comentario anterior, facilito la atención recibida. La carta de vinos es muy correcta, si bien una pequeña actualización no le vendría mal, y también los precios están un pelin disparados. El marco magnifico, antiguo convento rehabilitado con una concepción arquitectónica y decorativa esplendida. Las copas perfectas al igual que la vajilla. Mantelería de cine. Acudimos a cenar aquí al menos 2 veces al año y seguiremos haciéndolo pues la experiencia es siempre satisfactoria.

Un lugar encantador, a los pies del Puig de María. El lugar es un antiguo convento, de estructura rectangular, reformado para la familia Suau (H. Cala Sant Vicenç), con un estilo muy minimalista (ambientación un tanto “Chill out”).

El restaurante actualmente es llevado por Ferran Casellas, como maitre y Jordi Palomino como sommelier, dando un trato amable, pero a la vez fresco y joven. En los fogones, como jefe de cocina, está Joan Marc Garcías, que pese a ser catalán, parece saber interpretar la cocina de mercado mallorquina, con un buen toque internacional. El trato del servicio de sala es el adecuado al nivel del entorno. El menú degustación bien elaborado y con algún punto de genialidad, es una opción recomendable (63 euros por persona). Respecto a los vinos, al finalizar la cena, Jordi, me ofreció la oportunidad de visitar su bodega, una preciosa cámara climatizada, llena de un buen puñado de referencias, tanto nacionales como internacionales, pero donde se notaba cierto vací

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