Jubilaciones y cambios de responsables y el negocio sigue en marcha y viento en popa. Mantiene una buena calidad de producto, buen pan y ha ampliado los camareros incluso más que el número de mesas que han aprovechado el cambio de la plaza a una total peatonalización dejando espacio para más de 20 mesas en el exterior, aquí propiamente se le puede llamar terraza.

Mesas a distancia ajustada cubiertas con parasoles del sol que ya aprieta por las mañanas, servicio rapidísimo con salida de cocina a buen ritmo y en las mesas varios camareros de acento argentino/uruguayo muy amables y eficaces.

No han variado las opciones presentes en la barra y con mucho fundamento en revueltos y tortillas pero también con otros productos clásicos. El pan sigue siendo de nivel superior, el relleno adecuado y el tamaño correcto.

El gasto consistió en unas aceitunas y cacaos fritos algo escasos para ser cuatro. De bebida optamos por 2 tintos de verano y 2 dobles de cerveza bien tirada.

Cuatro para almorzar y tomamos:

. tapa de calamares: rebozado y fritura bien, sabor algo peor.

. revuelto con morcilla: un clásico que el comensal lleva más de una década y le sigue gustando. Por algo será.

. sangre con cebolla x 2: bien preparada, bien pochada la cebolla. Recomendable.

No puedes irte sin probar sus torrijas, bien versión de verano con helado de vainilla, o de invierno con chocolate. Aquí por estar en primavera pedimos una de cada y la de chocolate ya no es con chocolate caliente, sino con cubierta de chocolate y gustó menos; ha sido el único cambio negativo.

Por supuesto también cremaets, bien preparados y acompañados por las torrijas. Algo de tertulia entre nosotros y de comentarios de chichulines con un amable camarero uruguayo.

Después de otras opciones faltaba la del esmorzaret popular para completar las opciones del local y cerrar el círculo. Además, tras la reforma peatonal de la plaza, se ha quedado una bonita zona de terraza cubierta (o casi) por sombrillas con mesas y sillas típicas de terraza separadas muy ajustadamente y con un servicio joven y rápido con acento argentino que cumple bien y que hace que las mesas repitan turno para almorzar con prontitud, porque no hay opción de reserva previa hasta el turno de comida a medio día. Se mantienen unas pocas mesas en el interior que solo se ocupan cuando no hay más remedio o estás demasiado al sol.

El funcionamiento se basa en acercarte a la barra con casi la mitad ocupada por opciones dulces (¡qué torrijas!) y la otra mitad por apetecibles bandejas de producto semicocinado con suficiente variedad y un enfoque hacia las tortillas/revueltos. Así lo hacemos y tras elegir el tamaño medio (media barra) de un excelente y tierno pan de corteja crujiente y sin excesos de miga compacta que se rellena muy correctamente. Elegimos:

. 2 x revuelto de patatas fritas y jamón cocido (con y sin alioli): muy bueno, no exceso de aceite, buena materia prima.

. tortilla de patatas con bacalao desmigado con alioli: perfecta textura de la tortilla, buen punto de sal. Para un fan del bacalao en tortilla siempre me parece poco el bacalao que pongan, pero me conformo.

. torrija de verano (sin chocolate caliente por encima) que compartimos y se nos quedó corta, no por el tamaño, sino por lo buena que estaba.

Completa el clasicismo unos previos cacaos fritos pelados básicos y esta vez no hubo aceitunas ni variantes o similares. Para beber la típica elección de vino con gaseosa en raciones personales; el vino sin etiquetar en frasco de cristal y muy mejorable, obligando a aumentar la proporción de la gaseosa, de tamaño 50 cl, compartida (dos para tres ¿?).

Rematar con cremaet es obligado. Aquí estuvo bien preparado y un poco de tertulia antes de entrar a comprar en un mercado aún con muchas paradas cerradas (espero que por vacaciones) y muy muy poca gente comprando. ¡Y los super, llenos!.

Un local sin cambios de lo comentado en otra ocasión que incluso en horario intermedio entre almuerzo y comida (sobre las 12) mantiene clientela y sobe todo mantiene en barra con múltiples opciones que vienen del almuerzo, almuerzo que en bocata, tiene una excelente calidad (y variedad) / precio.

Dos para comer pronto por cuestiones de horario de vuelo y que merece la pena hacer una comida de tapeo aquí e ir al avión (y al aeropuerto) con el estómago lleno, ante las pobres opciones que allí tienes. Para beber una Alhambra especial y una Radler con unos cacaos por cortesía de la casa. La cesta de pan correcta.

Para comer y tras un repaso de inspector por la barra para hacer hambre (¡cómo si hiciera falta!) y tras concluir que hay que venir más para probar más cosas, nos decidimos por:

. revuelto de morcilla, patatas y cebolla frita x 2: buena ración, buena morcilla de Burgos (hace que se integre poco y mejoraría con una buena morcilla de cebolla). Cumple bien.

. tortilla de bacalao y cebolla pochada x 2: un emblema de la casa y que merece la pena conocer. Yo le pondría un poco más de bacalao para que predomine sobre el huevo. Bien.

. tarta (otros le llaman quiche) de puerros, ajetes y gambitas: no encontré la gambita, el resto muy bueno con perfecto punto de cuajado. Muy bien.

. chorizo criollo con tomate: con un tomate troceado casi crudo perfecto de punto dulce y sin acidez; un chorizo criollo a rodajas, creo, que hecho a la plancha. Mejoraría en bocata.

. torrija con azúcar y canela x 2: perfecta de punto. Para mí la torrija está perfecta cuando la puedes coger con la mano desde la punta y no se rompe por blandengue, pero al moverla no se queda tiesa como una llesca de pan duro sino que oscila de forma pendular sin romperse. Así estaba. ¿De sabor? para comerse una bandeja entera. La opción de cubierta con chocolate es para los más golosos.

El servicio de sala amable, buenos consejos y rápido. Ya preparando los menús para la comida de medio día. Y así todos los días laborables.

Un local (más bar que restaurante) ubicado en la zona exterior del propio mercado de Rojas Clemente, cerca de la Gan Via Fernando El Católico, y con gran dependencia de la clientela y horario del mercado (cierra a las 17h). El sitio es pequeño con una buena barra en los almuerzos y bloqueada por las mesas para la comida, muy juntas, con mantel de papel individual, copas y vajillas básicas y funcionamiento a base de menú escrito en la columna central (que aún complica más la distribución de las mesas). Local casi lleno pese a lo tardio de la hora con el mercado ya cerrado, mucha clientela habitual y muchos singles.

Es un gran bar para el muy respetado "almorsaret" valenciano, un auténtico ritual entre las 9-10 de la mañana. En todas las guías de este almuerzo (que no comida) en la ciudad figura en el top 10 y en todas las rutas de comer a buen precio.

Servicio en sala rápido y eficaz pues no ví nadie que no comiera de las opciones de menú, que fueron 5 para los primeros, 5 para los segundos y sorprende con 11 opciones de postre con alto predominio de las elaboraciones pasteleras caseras. No se comentó que hubieran carencias por lo tardío de la hora (15.30h) y eso no es frecuente y se agradece.

Para comer y con la compañía de una ración de pan de buena calidad pero que se había secado más de lo deseado:

. paella de verduras: ración adecuada, arroz al dente, buena presencia de verduras bien troceadas y buen punto de cocción, sabor de fondo correcto.

. fritura de pescado (previo aviso que hoy eran salmonetes): amplia ración, buen rebozado y nada aceitosos, buena calidad; acompañan unas patatas loncheadas caseras fritas (cada una de un tamaño) y verduras (pimientos, calabacin, zanahoria) a la plancha.

. postre: torrija de verano: buena torrija jugosa en el centro, con helado de vainilla y con un sirope de naranja por encima algo excesivo de cantidad. Aquí el postre merece mucho la pena, incluso si vienes a almorzar.

Para beber un botellín de cerveza Alhambra especial y acabando con un cremaet (version local del carajillo) bien hecho que no está incluido en el precio del menú (12€). No dió tiempo a más, puesto que ya era casi la hora de cerrar.