Restaurante GastroTaberna El Temple en Benidoleig
Restaurante GastroTaberna El Temple
País:
España
Provincia:
Localidad:
Cód. Postal:

Añadir tipo de cocina

Añadir vino por copa

Precio desde:
22,50 €
(precio más bajo introducido por un usuario)
Nota de cata PRECIO MEDIO:
26 €
Nota de cata VALORACIÓN MEDIA:
7.2
Servicio del vino SERVICIO DEL VINO
4.5
Comida COMIDA
8.0
Precio medio entorno ENTORNO
5.7
RCP CALIDAD-PRECIO
9.0
Opiniones de GastroTaberna El Temple
OPINIONES
3

Pongamos que son las 21:30 de un Sábado, que estamos sin reserva alguna, que nuestro apetito se pone en modo "gourmet" y nuestra cartera está en modo "raquítico". El escenario se presenta complicado, aunque en La Marina Alta el problema no lo es tanto. 

Así que se nos enciende una luz y recordamos un bar perdido en el interior de la comarca al que fuimos no hace tanto y del que salimos con un grato recuerdo. Dicho y hecho, mesa a las 22:15. Llegamos a Benidoleig y entramos en "El temple", una gastrotaberna que pasa del completo un Miércoles por la noche a las tres mesas un Sábado sin alguna explicación lógica aparente.

La carta trabaja una cocina de autor elaborada con producto de proximidad y fusiones orientales en su gran mayoría. Todo ello, tratado con mucho mimo y con resultados muy visuales. Allí se ofrecen varios menús, pero hay uno que sobresale por su relación calidad-precio. Este se basa en la elección de 5 tapas de la carta, sin importar cuáles, servicio de pan y postre por 18 euros el comensal. Suena bien, verdad? Pues sabe aún mejor. Nuestra elección fue la siguiente: 

Lasaña Caprese: Tres láminas de Pan Carasau simulan una lasaña en cuyo interior encontramos Mozarella, tomate confitado y un pesto riquísimo. Crujiente el pan, ligero y fresco el conjunto. Empezamos bien. 

. Alcachofas en conserva con jamón serrano y tomate seco: Los tres ingredientes sencillos y de gran resultado. La conserva proporciona de un sabor muy potente al resto del conjunto. 

. Carpaccio de gambas, Kumquat, Lemond curd y sorbete de mandarina: Sobre unas finísimas y muy sabrosas láminas de gamba, descansa un delicado sorbete regado con el lemond curd y junto a ello, pequeños kumquads (una naranja enana) que que maridan perfectamente con el conjunto. Un plato refrescante y con mucho sabor. 

.Bao de confit de pato con hoisin y salsa de mango: Sobre dos pequeñas unidades de un perfecto pan bao, reposa fileteado el jugoso confit. Por encima, una ligera salsa de mango que dota de un contrapunto de cierta acidez al conjunto. 

.Brioche de carrillera de ternera y salsa tonkatsu: De nuevo, el tratamiento de la masa excelente, en su interior, una carrillera en perfecta cocción en cuánto a textura, aunque irreconocible en cuanto al sabor puesto que la potencia y la excesiva cantidad de la salsa tonkatsu nos impidió saborear la carne. 

. Torta de almendra con jugo de frutos rojos y arándanos: El dulce lo eligen ellos y en este caso consistió en un  gustoso trozo de torta de almendra, bañado con un potente jugo de frutos rojos que, en nuestra opinión también era ciertamente excesivo en cuánto a cantidad. 

Todo ello lo acompañamos de dos cervezas al inicio y de una botella de vino tinto Rafael cambra 2. 

Con todo, volvimos a salir de allí reflexionando sobre cocina y sobre lo teóricamente sencillo que es hacer las cosas bien. Y es que es este templo (de ahí su nombre en valenciano), se pone de manifiesto la importancia del disfrute, tanto en el comensal, como de quien cocina, el cuál es más que evidente. Un rincón 100% recomendable. 

Accedo a la página de Verema para subir una nueva valoración sobre este restaurante y compruebo con gran sorpresa que hoy hace exactamente un año que cené allí por primera y única vez. Pura casualidad, se lo aseguro. Para conocer la descripción del local les remito a la lectura de la valoración que precede a ésta pues posas cosas han cambiado. En esta ocasión tomamos asiento en una de las mesitas situadas en el mismo callejón cuyo tráfico queda cortado en las horas que de servicio el restaurante. No hay mantel y solo se usa un bajoplato de esparto que, junto a los platos de cristal, le da cierto rusticismo a la mesa.

Elegimos en esta ocasión el menú "tapas" que ofrece la posibilidad de elegir cinco de ellas de entre un listado de unas quince propuestas aproximadamente. Este menú tiene un precio de 16 €. Hemos tomado:

- Langostinos con panko y salsa chili dulce: cuatro unidades de tamaño considerable perfectamente peladas y con este típico rebozado oriental que se presentan "colgadas" de un minitenderete con sus pequeñas pinzas incluidas. La salsa agridulce algo falta de picante.

- Mini dürum kebab de falafel: Dos unidades de un delicioso kebab de pequeño tamaño con esa especie de croqueta de garbanzos ricamente salseada y acompañada de verduras frescas.

- Taco mediterráneo: Dos unidades. Relleno de figatell (típico embutido de La Marina), confitura de higos y salsa de yogur. Deliciosos.

- Raviolis de carrillera ibérica y salsa ponzu: Dos unidades de tamaño notable con el relleno de la carnaza muy tierna y perfectamente desmigada. Se salsea con una especie de mezcla de salsa de soja y cítricos.

- Bao de pulled pork: Dos unidades. Cerdo asado, salsa hoisin (soja fermentada, vinagre de arroz, ajo, chilis), cebolleta morada encurtida, pepinillos y frutos secos. Riquísimos.

- Bizcocho de yogur con helado de violetas: Base de crema inglesa, un buen cacho de un bizcocho consistente y el remate con la bola de helado de potencia sápida más controlada que en otros helados de violetas probados con anterioridad (se agradece). Un buen remate.

Muy destacable la vajilla y complementos en los que se ha servido la comida así como las presentaciones vistosas y elegantes.

Hemos acompañado la cena con cervezas convencionales y hemos probado también algunas artesanales: Vergel (pilsen con notas de naranja) i Cap de Sant Antoni (con un toque de tequila) elaboradas ambas por cerveceros artesanos de la comarca. Se ha pedido también agua y cafés.

Servicio algo lento para la cantidades de mesas que ha habido (esperas de quince minutos entre algunos de los pases). Es por ello que se puntúa el entorno a la baja. Se supone que, de cara a los fines de semana, cuentan con más personal. A pesar de ello, vista la calidad de lo comido y el buen carácter del personal, se puede calificar el local como muy aconsejable.

Ya son varias las ocasiones en las que he dejado constancia en este foro de la satisfacción que supone vivir en una comarca que vive, en parte, por y para la gastronomía. Sea por qué muchos residentes europeos han fijado su residencia aquí tras su jubilación en lejanos países, sea por la afluencia continua de turistas del resto del Estado, sea por la tradición arraigada de dar de comer que existe en la comarca, sea por la influencia que genera tener seis estrellas Michelín en un radio de escasos quilómetros… sea por lo que sea el movimiento está garantizado y eso es un privilegio.

Nuevo local. Desconozco desde cuando ofrece servicio, pero yo me enteré de su existencia el mismo día que rendimos visita gracias a unos buenos amigos. Benidoleig es un bonito pueblo de interior a pocos quilómetros de Ondara con estrechas y empinadas callejuelas. En la planta baja de una “casa de pueblo” se ha habilitado una única estancia con diminuta cocina a la vista y un comedor de planta irregular decorado con gusto. Se preserva el carácter rústico de la casa, con detalles graciosos e intimistas: pinturas, iluminación, cachivaches… A ello cabe añadir ahora en verano un diminuto patio interior con dos o tres mesas y otras tantas que se montan en la calle que se convierte en peatonal para dar servicio al restaurante. Buena impresión nada más llegar.

Carta que ofrece tres menús: el primero, que podríamos denominar menú del día a 16 € con tres entrantes a compartir y un segundo a elegir entre cuatro opciones. El segundo, menú de tapas, a 20 € ofrece cinco platos al centro. Y el último, el que elegimos, por 22 € y con el nombre de menú gourmet, ofrece ocho platos y un postre. Muy bien de cantidad. Quedamos ampliamente saciados.

  • Caballa marinada con algas y teriyaki: Plato con reminiscencias claramente orientales. Se usa el alga wakame que da dulzor al plato y contrarresta acertadamente la salinidad de la teriyaki. Los lomitos de caballa bien curados con alguna que otra espinita.
  • Croquetas de boletus con allioli negro: Tres unidades por comensal, de tamaño medio (me gusta), algo faltas de cremosidad y sabor.
  • Chistorras del infierno: dos unidades por comensal (quizás excesivo). Llegan a la mesa atravesadas por un pincho y sobre un cuenco en el que hay alcohol de quemar. Se prende fuego y se cocinan ante el comensal. Ricas, aún más con los buenos panes que nos sirvieron y a los que todavía no había hecho alusión.
  • Patatas bravas: Tres por comensal. Se cuida el producto: patatitas pequeñas sin corte alguno, con su piel y unas salsas que pasan sin pena ni gloria.
  • Coques de dacsa (tortitas de maíz) con aguacate y anchoa: La tortita deliciosa, como muy casera. El guacamole bien trabajado pero falto de personalidad. Echo de menos más cilantro, un pelín de picante…
  • Carpacho de ternera: Bueno. Muy rico el helado de queso de cabra que decidimos no mezclar con la carne para disfrutar al máximo de ambos dos sin mezclar sabores y acertado el aliño con un aceite trufado que se deja sentir.
  • Foie con compota de mango: Muy bien el micuit: consistente, sabroso. Contrapunto dulzón con una compota menos recurrida que las de arándanos, violetas…
  • Carrillera de ternera: Bien cocinada, tierna. Excesivo dulzor en la salsa/fondo que acompaña. Quizás se abusa un tanto del contraste dulce/salado.
  • Brownie de chocolate: correcto sin más, algo reseco. Se acompaña con un helado de mandarina que ayuda a su ingesta.

La carta de vinos es muy corta y centrada en vinos de la tierra de precios muy moderados. Tomamos un cava Dominio de Requena para empezar y dos botellas de tinto a continuación: Finca MS roble y Bala Perdida, DO Alicante ambos dos. Copas muy mejorables. Además se pidieron varias botellas de agua y cafés e infusiones para cerrar la cena.

Servicio muy agradable y cercano. Llegamos en el momento de plena ocupación y, al ver tan pocas personas, temimos lo peor. Tardaron en arrancar, es cierto, pero se compensóo con el pan (muy rico, insistio) y el allioli y, una vez que empezaron a servir nuestra mesa, no hubo apenas espera entre plato y plato. Deben cuidar ese aspecto de cara a fines de semana.

Cookies en verema.com

Utilizamos cookies propias y de terceros con finalidades analíticas y para mostrarte publicidad relacionada con tus preferencias a partir de tus hábitos de navegación y tu perfil. Puedes configurar o rechazar las cookies haciendo click en “Configuración de cookies”. También puedes aceptar todas las cookies pulsando el botón “Aceptar”. Para más información puedes visitar nuestra Ver política de cookies.

Aceptar