Restaurante Ameyal (Restaurante CERRADO) en Valencia
Restaurante Ameyal (Restaurante CERRADO)
País:
España
Provincia:
Localidad:
Cód. Postal:
Tipo de cocina:

Añadir vino por copa

Precio desde:
59,00 €
(precio más bajo introducido por un usuario)
Nota de cata PRECIO MEDIO:
62 €
Nota de cata VALORACIÓN MEDIA:
7.9
Servicio del vino SERVICIO DEL VINO
7.8
Comida COMIDA
8.5
Precio medio entorno ENTORNO
8.5
RCP CALIDAD-PRECIO
7.0
Aurelio_Gómez-MIranda_La_liturgia_del_guacamole_Ameyal
Opiniones de Ameyal (Restaurante CERRADO)
OPINIONES
3

Cena para dos. Mi gatita y yo decidimos que San Juan era una buena noche para disfrutar de un mexicano de nivel.
Menú degustación , aunque tardaron un buen rato en darnos de cenar , una vez comienza el carrusel , el ritmo es mas que correcto. La composición del menú , a mi parecer le falta contundencia , acabas la cena y te has quedado a medio camino. Lo del espectáculo de hacer el guacamole en directo , se lo pueden ahorrar , ademas lo encontré falto de sabor.
Su cocina presenta buenos toques de creatividad y combinación de sabores acertada , tal vez demasiado cilantro.
El local , la temperatura y el servicio de sala , impecable.
En cuanto al vino , tomamos uno fuera de carta , un merlot mexicano de baja california , bodega Santo Tomas , aromas increibles , pero sin cuerpo , con demasiada acidez , le va muy bien al menú , pero no es el tipo de vino que esperaba.
Los postres , se pueden mejorar y bastante.
En definitiva , local resultón para invitar y quedar bien , pero cuya creatividad sacrifica la contundencia esperada de un mexicano.
En cuanto al picante , nada que decir , había picante en la mayoría de platos , pero bien integrado y en su punto justo para no deslucir el plato.
Recomendable.


Nueva propuesta en Conde de Salvatierra, un restaurante mexicano diferente a lo conocido habitualmente por estos lares, ya que incorpora el concepto “alta cocina” mexicana. No esperen pues un mexicano al uso, esto es otra cosa.

Nos agradó mucho el local. Grande, desahogado… y logrado. Atmósfera elegante, punto ochentero. Se respira México por todas partes -o eso me pareció a mí- sin necesidad de recurrir a adornos estereotipados. Buen paisajismo, con un jardín interior marcadamente tropical. Lo cierto es que sentí como me tele-transportaba en el tiempo y aparecía en Playa del Carmen.

Gran variedad de cocktails, mi familia tomó alguno de ellos, muy buenos dijeron.

Hay carta, pero lo más demandado es sin duda el completo menú degustación (49€).

La elección del vino me costó, pues entre la exigua carta (era más larga la de coktails que la de vinos) había un par de referencias conocidas de tintos mexicanos que me gustan, pero es que con esa comida un tinto… Ufff. Un cava oye, qué demonios. Pago de Tharsys Millesime Rosado Brut Reserva 2011.

Dado que el citado menú no contenía un platillo de mole, y yo soy un enamorado de esta creación cumbre de la gastronomía mexicana, lo incorporamos como extra, quedando así la cosa:

Sorpresas de Mole poblano.
Guacamole Ameyal.
Aguachile de callo de hacha.
Tiradito picosito de atún.
Tacos de Cochinita pibil.
Enfrijolada de pato y foie.
Raspado de guayaba con tequila y Chamoy.
Semifrío de mango, chocolate blanco y aguacate.
Miniaturas dulces.

Disfrutamos de una cocina gustosa, bien ejecutada, contenida, redonda, sin puntas ni alharacas ni gran imaginación, con estéticos emplatados (cierto abuso de terminarlos en mesa con la jarrilla salsera) pero… ¡NO PICABA! Pero oiga, ¿cómo no puede picar un mole si se supone que está elaborado a base de un molido de diversos tipos de chiles, cacao, jitomate, etc…? Ningún plato picaba. Pedí picante y me sacaron dos variedades, el verde (creo que jalapeño) no picaba tampoco, y el rojo (habanero), que si picaba.

Se lo hice saber al amable jefe de sala cuando nos íbamos, y me dijo -“No se preocupe usted, que la próxima vez que venga, sus platos picarán”. Volveré entonces, faltaría más. Pero joé, no creo que haga falta llegar a eso, te pueden preguntar antes, por ejemplo, o tener platos picantes marcados como tales en carta, o… Pero… ¿que en un mexicano no pique nada? Lo justificaron con la respuesta de siempre, lógica y comprensible, por otra parte -“Si pica, no entra nadie y tenemos que cerrar”. Oiga, pues no monten ustedes un mexicano, monten un portugués, o un gallego… Pero si es mexicano, tiene que picar, México huele a chile, sabe a chile. México pica. Y este restaurante no pica siendo un mexicano. O sea, que vía fácil silogismo concluiremos que… no es un mexicano.

Nota alta para el servicio, buen equipo en sala, numeroso, perfectamente uniformado y bien dirigido.

El guacamole, elaborado al momento, es el puntazo actualmente de este restaurante. Una liturgia muy atractiva, otorga un punto diferencial y le confiere personalidad a Ameyal. Cual clásico camarero europeo elaborando un steak tartar in situ, en este restaurante te elaboran un guacamole in situ. Sacan un equipado carrito con toda suerte de cubiertos, con los ingredientes, los aguacates enteros, y un propio procede a su elaboración, que se extiende bastante, como 15 minutos, demasiado. Tomamos el guacamole en lugar de en primer lugar, como reza el menú, en tercero o cuarto, perdiendo fuerza al verse eclipsado por la vida de los platos anteriores al dejar de ser plato debutante. En todo caso, me gustó mucho la citada liturgia, y el camarero que se ocupó de ella fue discretísimo durante los 15 minutos que estuvo con su carro literalmente pegado a nuestra mesa, se convirtió en una extensión de la misma.

Volveré, a ver si cumplen su promesa y los platos pican.

Así se anuncia el local y verdaderamente transmite lujo y elegancia. Bien decorado aprovechando un patio interior para dar luz y frescor a los ventanales traseros.
Bien vestido. Buenas copas. Buena separación de mesas, nada ruidoso.
Muy buen servicio y profesionalidad. Sin necesidad de sentirse intimidado y transmitiendo cercanía y educación.

Tres para comer. Carta con variedad de platos. Buena carta de vinos en la que apetece probar vinos de esas tierras pero el desconcimiento y los precios te hacen no arriesgar.

Elegimos el menú degustación (49€) para conocer mejor la cocina de la que tenemos pocas referencias más allá de la elegancia, raciones ajustadas y precios en rango más bien alto aunque parece que lo valen.

El menú incluye:
. aperitivo, buenos panes de chocolate o de avellanas-
. guacamole ameyal; un plato que hay que conocer. Se prepara personalmente al lado de la mesa (al estilo de un steak) de forma ceremoniosa y didáctica sobre un cuenco de lava muy poroso; aprendimos que hay que dejar el hueso del aguacate para que no se ennegrezca la carne de la fruta.
Lleva chile serrano, cebolla, cilantro y limón ¿mexicano?, en realidad lima; se sirve con queso fresco y granada (un toque muy especial) y conforman los colores de la bandera mexicana (más o menos). Imprescindible.
. aguachile de callo de hacha: viera, aguacate, chile serrano y frutas tropicales: plato muy vistoso, bien conformado con muchas texturas y contrastes con punto hacia picante y frutas dulces.
. tiradito picosito de atún: totopos de tortilla con chile piquín y limón, salsa cítrica con jalapeño y crema de aguacate
. tacos de cochinita pibil: carne de cerdo guisada con achiote, naranja y orégano sobre una tortilla de maiz acompañada de puré de cebolla morada encurtida, chile habanero y aire de cilantro con lima esprimida a voluntad. Presentado en dos piezas para comer con la mano
. enfrijolada de pato y foie: tortilla de maiz rellena de pato con chorizo bañada con salsa de frijoles refritos y foie caramelizado con plátano macho frito. De nuevo una base de tortilla esta vez para cuchillo y tenedor y mojar pan.
. prepostre: raspado de guayaba con tequila y chamoy: Bien pensado para el cambio de tercio.
. postre: semifrio de mango, chocolate blanco y aguacate
. miniaturas dulces artesanas mexicanas. Me gusta esa traducción de los petits fours por miniaturas dulces: Elegantes y bien elaborados.

Para beber una entrada con cerveza de presión, agua con gas y una Papirusa de Lustau buena pero corta de ración. De vino elegimos un tinto de la baja California, Santo Tomás, un merlot 2013, tan fresco y frutal como ligero.

En general buena cocina, buenas presentaciones, algo repetitivos en planteamientos de base. Raciones correctas. Buena materia prima.

Buenos cafés finales. Casi 60€ p.p.

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