Maravillosas vistas de Barcelona. Los entrantes me parecieron un tanto ridículos por el tamaño de la ración aunque la cocina es excelente. Tomé como entrantes unas gambas de Palamós a la plancha y un salpicón, de plato fuerte una caldereta de bogabante acompañado de un Augustus Chardonnay que...casi lloro de gusto, todo riquísimo. El punto negativo fue el servicio; me trajeron el vino, lo abrieron y allí se quedó. No me mostraron la botella, no me lo dieron a probar y tuve que servirme yo mismo en varias ocasiones ya que la despreocupación o dejadez casi rallaba en lo catastrófico. El tiempo transcurrido entre los entrantes y la caldereta fue larguísimo, llegué a pensar que se olvidaron de mi. Pienso que una mesa de dos comensales que deja 300 euros de cuenta merece un poco más de atención.