Puede ocurrir que luego tarde algunos años en volver, pero una reunión familiar inesperada, después de haber recalado hacía solo unos días, me hizo volver a sentarme nuevamente en este establecimiento.

Reviso mi anterior publicación y reitero nuevamente todos mis comentarios.

Poco que añadir a este clásico valenciano, que se mantiene fiel a la calidad y buen servicio y se ha sabido adaptarse a la actual coyuntura, ofreciendo unos menús asequibles.

A la paella valenciana yo le pondría un 6'5, para mí una buena puntuación.

Creo que junto con La Rosa y la Ferradura, son los mas representativos de la gastronomía de la zona de la playa.

Aprovechando la hora de comer del 10º Encuentro Verema, nos acercamos a comer a la zona del paseo de la Malvarrosa.
Como no teníamos reserva fuimos recorriendo de forma errática cada uno de los locales de mayor confianza, sin pagar el tributo del turista.
El caso es que en La Marcelina nos dieron mesa y allí nos quedamos a comer. La recepción es muy buena, muy amable y educada, al igual que el trato con el jefe de sala. Es un servicio clásico un tanto demodé pero sin excesos, sin filigranas innecesarias ni perogrullos cansinos.
Pedimos algo sencillito, una ensalada mixta, muy rica pero sin misterios, con algunos filetes de salmón marinado y los típicos ingredientes. Un poco de pan de ajo y un arròs negre para tres que preparan en el momento en una paella que te presentan en la mesa para, posteriormente, emplatarla y servirla.
El arroz negro estaba muy bueno, con un buen punto de cocción y un buen fondo. Está claro que llevan toda la vida haciendo esto, pero no deja de sorprenderme cómo se puede dar de comer 60-70 personas que estaríamos en ese momento en el local, todos a la carta y hacerlo tan bien.
Pedimos Marqués de Riscal verdejo, bien servido de temperatura pero en copas de batalla y self service, algo que no me molesta en absoluto. Tampoco creo que sea el local donde ir a beber buenos vinos.

El servicio durante la comida es amable, pregunta a cada plato qué tal todo, pero es algo... acelerado. Algunos platos se lanzan a la mesa, se recoge con excesiva velocidad delante del cliente... Pero bueno, en plena batalla se puede admitir, aunque contrasta con el sosiego que transmite el metre cuando toma las comandas.

El local es de decoración clásica, con las paredes forradas de madera y techos altos. Para el local no tiene demasiado encanto, a no ser que comas en la zona con vistas al mar, pero tampoco se está incómodo.

En definitiva, que por 25€ por un arroz, una ensalada, café y una botella de vino normalita, no lo veo una mala opción. Eso sí, hay platos de precios desorbitados, como el arròs a banda, que ronda los 30€ por persona.

Recuerdo vagamente esas comidas familiares de hace unos años. Pero el recuerdo es tan vago y con tan pocas aportaciones positivas que apenas recuerdo escasos detalles. Eso si, mucha gente, un ruido ensordecedor y una espera entre plato y plato que daba tiempo a leerse un libro de bolsillo. El mes pasado acudí con mi pareja de nuevo y tuvimos la suerte de que el local no estaba a tope de capacidad, y eso se nota y mucho. Han modificado sustancialmente esas cartas obsoletas. Han incluido mas vinos pero las referencias que disponen no son especialmente interesantes, al menos para nosotros. Servicio del vino limitado al descorche. El personal de sala es una una mezcla de personas bastante cualificadas y experimentadas con otras personas todo lo contrario. Una diferencia abismal de uno a otro, no habia proporcionalidad. Una vez puestos manos a la obra se observa una mejor calidad del producto y un mejor trato al mismo. Muy correctos todos los platos que tomamos.

- Esgarraet.
- Clóchinas al vapor.
- Mojama.
- Jamón Ibérico.

- Paella marinera

- Tarta de chocolate

Bodega:

- Viña Esmeralda.

* Correcta RCP. Un lugar para acudir cuando se improvisa una comida y estás casualmente por la zona. No lo utilizaria como primer recurso, eso está claro.

Un saludo.

Restaurante situado en el Puerto de Valencia.
Local muy grande y cuando fuimos estaba prácticamente lleno.
La calidad de la comida es excelente. Hicimos una mariscada: gambas, cigalas y langosta a la plancha. Todo exquisito. Quizás la cantidad es un poco escasa. La ración de cigalas es de 4 piezas pero, eso sí, magníficas.
De primero pedimos la ensalada de la casa, la Marcelina. Muy escasa y nada original, lo típico de cualquier ensalada: lechuga, cebolla, tomate y aceitunas.
Variedad de vinos. Nos decantamos por un Viña Esmeralda, buenísimo. Toque dulce con post gusto largo y muy afrutado.
El servicio del vino fue correcto. De entrada, nos lo llevaron a la mesa y uno de los camareros que nos atendía nos lo dejó allí, sin servirlo en la copa y sin dar a probar. Nos quedamos un poco sorprendidos pues es un restaurante de categoría reconocida. Seguidamente vino otro camarero y nos lo sirvió al ver la poca falta de atención de su compañero.
A decir que uno de los camareros fue bastante desagradable, incluso borde. Otro lo vio y nos atendió muy bien y pendiente de corregir los errores de su compañero.
De entrada te traen coca untada con aceite ajo y perejil. Yo pedí si me podían traer el plan blanco y dicho camarero hizo un comentario que no llegué a entender pero con tono muy desagradable y observamos que murmuraba todo el rato en voz baja a cualquier cosa que le podía decir algún cliente.
A parte de esto, la calidad del marisco es muy buena como también la relación calidad-precio.
Precio por persona con vino y sin postres unos 60 €

Coincido en general con lo dicho anteriormente. La comida es buena. El pescadito y la mojama muy buenos. A mi el arroz me pareció correcto, tampoco espectacular. Carta de vinos previsible con referencias de las marcas más comerciales. El servicio pésimo. Servicio desordenado y caótico. Nos apremiaron a terminarnos los entrantes para traer el arroz (impresentable, nos quitaron el plato de delante) Por contra, tras terminar el arroz, tras 40 minutos esperando que alguien se dignara a traernos la carta de postres, nos hartamos y pedimos la cuenta para irnos. Lástima, pq la comida es bastante buena, pero este trato... El local (lleno) es bullicioso y con decoeración de dudoso gusto.

Totalmente de acuerdo con los comentarios anteriores.
Parece mentira que un sitio como la Marcelina tenga tanto nombre en Valencia,por mucho que lo visitara Hemingway etc.
El servicio normalito, los entrantes de chiringuito y encima el arroz (se le supone el plato estrella) también de chiringuito.
Si vas a la playa y quieres aprovechar se puede ir,eso si espera a pagar precios de restaurante para recibir comida de chiringuito.

Esperaba mas. Los "Pescaditos" (boquerones solo) estaban ricos, las puntillas tambien, pero muy normalitos, y las clochinas esas si, muy ricas, pero tardaron muchisimo en servirlas, tanto que al traernos para ensenyarnos el arroz (negro), pensabamos que se les habian olvidado. Pero no, al rato vienen y nos las traen, cuando estaban terminando de repartir el arroz en los platos (en una mesa aparte); y los vemos que pretenden quitarnos los platos para comer los entrantes y dejarnos las clochinas y un plato auxiliar al centro de la mesa y que tomaramos las clochinas encima del arroz ... a lo que no accedimos, claro, asi que nos las tuvimos que comer a toda pastilla para que no se enfriara el arroz demasiado. El arroz estaba bastante insipido (con lo sabroson que esta ese arroz), igual que el allioli; el punto no estaba mal, las gambitas que llevaba muy ricas y en su punto (se nota que las echan al final). El precio del arroz muy bien (11.5 euros sin IVA). El servicio muy amable.

Parte II

El vino un desastre: coperia gruesa y grandota. Pido la carta de vinos, el "entendido" me pregunta si me fio de lo que me traiga, le pregunto cual, y me dijo que un albarinyo (me dijo el nombre, pero se me ha olvidado); le digo que prefiero ver la carta, a lo que casi a reganyadientes accede. Carta cortisima, estandard, sin detalles de anyada ni crianza (por ejemplo, en la carta pone "Enate", y al preguntarle cual, dice que es un somontano, en Aragon. Pedimos un marques de Caceres rosado, y no tenian; lo de tener que traer la carta de nuevo no le hizo nada de gracia, pero nada. Tomamos un Marques de Riscal Bco (13.22 euros, y "el" Enate tinto (que al final resulto ser un cabernet-merlot, al desorbitado precio de 18.3 euros). Por cierto, al preguntarle acerca del "Enate" blanco, me dijo que era un "Sauvignon" (no lo pedi, asi que me quede con la duda de si Enate hace Sauvinyon Blanc). El tinto estaba caliente, pero lo metimos