Una pequeña joya escondida cerca del Castillo de Butrón

Planeando nuestro viaje por la zona, dimos con este restaurante gracias a la recomendación de un bloguero bilbaíno. Y qué buena recomendación, porque si fuese por el desvencijado aspecto exterior de la casa que alberga al restaurante, ni nos hubiésemos parado. Situado a escasos 5 km del Castillo de Butrón (imprescindible visita) y rodeado de verdor, dispone de un pequeño aparcamiento a la entrada. En cuanto se entra al restaurante, la impresión de bar de carretera cambia por completo: una barra con pintxos y un par de quesos de producción propia en venta. Y a la izquerda un pequeño comedor renovado en tonos grises, con un aparador para vinos y licores, manteles de pizarra y mesas de madera, sencillo pero puesto con gusto.
Para comer hay dos opciones: Un menú degustación de excelente RCP (33€), servido sólo a mesa completa, o carta, con una buena variedad de entrantes, bocatas y platos combinados de calidad y por supuesto, carnes y pescados. Carta de vinos tradicional (mucho rioja) pero con algunos vinos bien seleccionados (Nita, Summa Varietalis, Tilenus, Habla, Itsas-Mendi, Valdesil) a precios razonables y todos los precios con IVA incluido. Con estas premisas, la comida se presumía excelente, como así fue. Para confirmar el pálpito, nos trajeron un adictivo pan de ajo casero, que repusieron sin cargo extra a la cuenta, y con ello el aperitivo de la casa: Un delicioso gazpacho con lascas de sal negra y unos buenos bocartes presentados en lata. Impecable comienzo.
Para compartir tomamos:

- Pimientos verdes de Urdúliz (5.5€): Muy bien fritos, riquísimos y por suerte no picaba ninguno. Se nota cuando el producto es de calidad y proximidad (Urdúliz está a escasos 2 km).

- Ensalada de pulpo, patata y brotes con alioli de pimentón (12.6€): Buena versión del pulpo con cachelos (base de patata y sobre ella el pulpo en su punto), acompañada de ensalada y un all-i-oli suave.

- Croquetas de jamón, bacalao, boletus y txipis (8.5€): Pequeñas croquetas caseras, con un rebozado nada aceitoso y llenas de sabor. Espectaculares, especialmente la de txipis y la de bacalao.

- Ecco-huevos rotos de caserío con parrillada de verduras (8.5€): Una de las comensales era vegetariana, por lo que a petición nuestra tuvieron la gentileza de hacernos los huevos y la parrillada por separado. Y qué suerte, porque tanto unos como otros estaban increíbles: da gusto cuando el "de caserío" no responde al márketing. Las verduras, en su punto perfecto de plancha, sabrosísimas. Los huevos, espectaculares también (sólo con el color de la yema ya se veía que eran de calidad).

De los platos principales nos decantamos por:

- Centro de rape con boletus, cebolla confitada y tomate seco (17€): Hermoso trozo de rape con buena pinta y que a tenor de la rapidez con la que desapareció del plato del comensal, debía de estar bueno. Impecable presentación.

- Risotto de boletus y verduritas: Plato que pertenecía al menú degustación, pero que nos permitieron escoger para la comensal vegetariana. Al parecer, vino salado, quizá nos faltó comentar que la comensal no tomaba sal.

- Laminado de magret de pato, reducción de naranja, puré de pasas al PX y zanahoria escabechada (15€): Hermosa ración de magret, bien de punto y muy bien de sabor, con una salsa de naranja excesivamente potente para mi gusto, que tomada con la carne tapaba su sabor.

- Medallones de bonito de Bermeo, con pimientos asados a la leña, all-i-oli y vinagreta de piparras (15.5€): Punto perfecto de plancha para el bonito, riquísimo, al igual que los pimientos. Para mi gusto, sobraba el puré de aceitunas negras que acompañaba al all-i-oli, ya que su sabor enmascaraba al resto.

De postre, dos cafés y dos rodajas de melón (2.5€), dulce y refrescante. Tomamos además una botella de agua Solán de Cabras grande (2€)

En materia vinícola, nos decantamos por un ribereño Quinta Milú 2012 (12€). Tremendamente frutal en nariz (arándanos, zarzamoras), en boca resultó ligeramente ácido, quizá falto de un tiempo en botella para terminar de pulirse. Muchos posos de tartárico (no se filtra,ni clarifica), que a mi no me resultan molestos, pero a mi mujer sí. Me gustó bastante, la verdad. Estuve por coger el Itsas-Mendi Eklipse, pero subía algo más de precio y al ser el único enochalado, tampoco era cuestión de abusar. Copas de vino sencillas, pero de aceptable calidad.

Es evidente que salimos muy contentos: Unos muy razonables 29€/pax para una comida con muchos detalles de calidad, tanto en la materia prima, como en la presentación, y con abundante cantidad. Lo recomendamos encarecidamente, y si algún día estamos por la zona, volveremos.

  • Riquísimo pan de ajo casero

    Riquísimo pan de ajo casero

  • Aperitivo de la casa: Bocartes y Gazpacho

    Aperitivo de la casa: Bocartes y Gazpacho

  1. #1

    Gastiola

    Ya veo que lo que para unos es suerte para otros no. A mi me hubiese gustado que las piparras picasen. No en exceso pero me encanta. También estoy de acuerdo en que muchas veces con un producto como el bonito por ejemplo, los purés fuertes estorban más que ayudan. Me pasa mucho con las carnes, que cuando me echan algún acompañamiento me fastidian la cena. Pero para todo hay gustos. Tengo intención de volver este mismo mes a probar ese menú, el sitio me ha encantado. Un saludo.

  2. #2

    Tantra84

    en respuesta a Gastiola
    Ver mensaje de Gastiola

    Reconozco que a mí el picante me anestesia el paladar. Coincido con el tema de las salsas, de hecho en el Rekondo el cochinillo se lo cargaron por poner una salsa excesivamente dulzona. Y con la salsa de naranja del magret de mi mujer pasaba algo parecido, aunque por suerte estaba apartada de la carne.
    La verdad es que si ves el restaurante desde la carretera sin tener referencias, con ese aspecto vetusto y ese cartel tipo "Motel" americano, no invita a entrar.
    Yo veo complicado volver por dónde está, pero para la gente que va a la playa a Plentzia/Gorliz o al castillo de Butrón (qué lástima que le saquen tan poco partido, porque es espectacular) me parece una opción inmejorable.

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