Restaurante Pakta (RESTAURANTE CERRADO) en Barcelona
Restaurante Pakta (RESTAURANTE CERRADO)
País:
España
Provincia:
Localidad:
Dirección:
Cód. Postal:

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Precio desde:
115,00 €
(precio más bajo introducido por un usuario)
Nota de cata PRECIO MEDIO:
144 €
Nota de cata VALORACIÓN MEDIA:
8.1
Servicio del vino SERVICIO DEL VINO
8.0
Comida COMIDA
9.0
Precio medio entorno ENTORNO
8.5
RCP CALIDAD-PRECIO
7.0
Opiniones de Pakta (RESTAURANTE CERRADO)
OPINIONES
3

Fue un regalo de cumpleaños, ya que estaba detrás de probar cocina peruana y esta combinación de cocina nikkei, mezcla peruana y japonesa, era una posibilidad. Y si encima era del hermano de Adria aun más. La experiencia fue sensacional, una mezcla de sabores, un juego gastronómico en el que nos íbamos deleitando en las innumerables experiencias que nos iban apareciendo. El local es agradable, moderno, un telar antiguo. El servicio es amable, nos explicaban todas las preguntas, sabores y atento. La pega es que hacía un poco de frío por el aire, pero tengo que decir que yo y el aire acondicionado no nos llevamos bien. También, por la plancha que hay a la entrada, nos olía la ropa al salir. Pero eso no quita la gran experiencia que vivimos. La carta de vinos no es muy extensa, pero muy bien escogida. Los precios siempre son muy superiores a las tiendas, como en casi todos los restaurantes. No hicimos el maridaje que nos ofrecían, porque no consigo hacerme con el sake y bebimos un cóctel extraordinario de pisco, cava Torelló y un Xarel.lo suave y ligero que combinaba muy bien con todos los platos del menú. Cogimos el menú Fujiyama, que era más que suficiente. Destacaré una ostra con caldo, los niguiris y el ceviche de corvina, esplendido con leche de tigre. Las Causas, fueron maravillosas, una frita de pollo con huacatay, el sanguchito, el tartar de atun con nori y shichimi, genial. Mención especial el anticucho de pollo a la brasa. Los postres también eran espectaculares, las fresas con nata de soja y yuba, el mochi, el sándwich de mango y la branca de de canela destacaban. Un descubrimiento y una gozada. Extraordinario y un espectáculo.

Sin duda visite este restaurante a raíz de su última estrella.
El restaurante es agradable, cómodo e informal sin mas.
De los más se 30 platitos o bocados que te ofrece el menú, me quedo con poquísimos.
Antes que nada decir que es una cocina Peruano-Japonesa que no va con mi gusto, al menos en este restaurante.
El abuso de especies y de picante hace que el producto en si quede en un segundo plano.
Como platos que me gustaron;
El lomo alto de vaca vieja, tierna y jugosa
Sanguchito de pulpo a la parrilla

Se habla mucho del "Daikon", rábano japones o chino, para mi no tiene sabor para la importancia que se le da, en este menu se abuso de el en numerosos platos.

Te presentan tres Nigiris que en cualquier restaurante Japonés los hacen mejores.

Los postres para mi gusto muy y muy dulces.

Es tanta la variedad de productos, sabores, texturas y combinaciones que no van conmigo.
De beber tomamos un vino blanco Malvasia Blanc Subur 2013 de Sitges, una variedad de uva muy rica, aromática y sabor suave, el precio como siempre por las nubes (22€ y 9€ en tienda)

El servicio muy atento y correcto, quizás pecan de ser demasiado mecánicos, seria mejor algo mas informal.

Una de la cosas que no comprendo es que un local de esta categoría huela a brasa durante toda la comida,
parecía que estuvieras en una típica braseria en el campo.

En fin, una comida correcta, pero que no me llego al alma, sin duda la estrella se la merecen, pero es una cocina que te ha de gustar y que seguramente tendrá sus seguidores, pero que a mi me deja indiferente.

No conocíamos a este restaurante de cocina nikkei, pero reconozco que las expectativas fueron bien cubiertas y los temores previos quedaron desvanecidos. El local es agradable, moderno sin estridencias y, de alguna manera, da la sensación de sumergirte en una especie de telar antiguo. El servicio es amable y atento, la carta de vinos no es extensa, pero si bien escogida y a precios razonables.
En total se ofrecen unos 33 bocados diferentes, por lo que, para no ser excesivamente prolijos, destacare algunos, en el orden que nos fueron servidos. Todos ellos en el aspecto visual muy bonitos y elegantes, y resultaron, en el peor de los casos interesantes, y en el mejor, realmente brillantes y extraordinarios.
En un primer momento se nos sirvieron juntos unos aperitivos (aunque este concepto es un tanto extraño), basados en la cocina kaiseki, es decir, unos platos relacionados con la ceremonia del te japonesa. En concreto un pistacho tierno, tofu con aguacate y erizos de mar, un sabroso sunomomo, caballa con puré de satoimo y miso (muy buena) y una tortita de choclo muy agradable.Siguieron una ostra con caldo de trompetas de la muerte, que no me encanto, una yuba con trufa blanca (tremenda) y unas palomitas a la huancaina, buenas pero no maravillosas. Para acabar esta especie de primera parte una gamba en dos servicios: cabezas fritas crujientes y prácticamente crudas con una salsa deliciosa.
Siguieron tres niguiris (de besugo y miso, bonito con ponzu y atun zuke) y luego un ceviche esplendido con leche de tigre de guanabana. Luego entraron las Causas, una de sipioneta, salsa de ostras y lima y una frita de pollo con huacatay, que hay que probar para creer lo buena que estaba. De diez el sanguchito de pulpo, una especie de bocadillo que se sirve en las calles del Peru, de lo mejor que he comido en los últimos tiempos. Muy buenas las gyozas de pollo, asi como el tremendo tataki de atun con ponzu. Y para rematar esa serie de platos brutales, un ceviche amazonico muy diferente a todo lo que haya probado antes. Buenísimos el anticucho de pollo a la brasa y un gindara añejo (carne de vaca), que sabían a poquísimo. Bien el Furofuki daikon con crema de foie.
La parte dulce empezaba con cinco postres servidos a la vez, de los que destacaría sobre todo el mochi de nata y fresas, el caqui con gelatina de umeshu y el increíble flan de salsa de soja. Aparte vino el bizcocho con crema de gengibre, lastima que no lo sirvan en las pastelerías de esta parte del mundo.
Muy buenos los petits fours que acompañaron a unos excelentes cafés.
Para beber habíamos tomado unos piscos muy refrescantes, una botella de malvasía seca de Sitges que combinó muy bien con la cocina del Pakta y unos cócteles para tomar con los postres. En definitiva, un lugar al que volveremos sin duda, con sabores diferentes a los que estamos habituados, pero que han resultado un descubrimiento.

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