Restaurante Ristoteca Oniga en Venecia
Restaurante Ristoteca Oniga
País:
Italia
Localidad:
Cód. Postal:
Tipo de cocina:
Vino por copas:
Precio desde:
30,00 €
(precio más bajo introducido por un usuario)
Cierra:
Martes (día entero)
Nota de cata PRECIO MEDIO:
38 €
Nota de cata VALORACIÓN MEDIA:
6.5
Servicio del vino SERVICIO DEL VINO
8.5
Comida COMIDA
5.0
Precio medio entorno ENTORNO
7.0
RCP CALIDAD-PRECIO
5.0
Opiniones de Ristoteca Oniga
OPINIONES
2

Tocaba a su fin la estancia en Venecia, y ya quedaban pocos a los que ir de los ya visitados. Y dentro de ese plano de visitas y restaurantes que me había confeccionado, estaba claro el plan de esta tarde. Paseo desde la plaza S. Marcos por la Salita S. Moise y la calle Larga XXIII de marzo (con sus tiendas Vuitton, Cartier, Prada, etc), Visita al majestuoso teatro de la Fenice -visita casi obligatoria-, parada en el magnífico puente (de madera) de la Academia -una de las vistas más bonitas del gran canal de Venecia- y, de allí, tras las respectivas fotos, al lugar en cuestión.

También tengo comentada su situación, descripción del lugar y similares. Lo describía en mi anterior comentario como un lugar para juntarte con unos cuantos amigos (o amigas), empezar a pedir cosas sin mayores complicaciones e inflarte a degustar unos cuantos vinos. Sin pretensiones, porque el lugar no es para ello. Pero si buscas un sitio para cenar de ligero y donde no te falte de beber, éste, sin duda, es una magnífica opción.

Por otra parte, el trato es muy agradable y cercano. Servicio rápido -aunque esté lleno- y el personal muy amable. Ambiente un punto rústico, con mesas y sillas de madera recia, ollas, cacerolas, motivos varios colgando del techo. Íntimo por la noche. La verdad, a mí me gusta mucho y a mi mujer le encanto. Y, como siempre, estaba a reventar, indicio éste que quizá sea mucho más indicativo que lo que este humilde reporter -tribulete- puede comentar en las líneas sucesivas.

Como digo, la ristoteca es un sitio sin complicaciones, con una carta no excesivamente extensa, sin preparaciones rimbombantes; buen género presentado de forma sencilla, pero bien hecho, con gusto y sabor. Tiene un menú vegetariano y otro menú del día (sobre los 25/30 euros tres platos). Junto a ello, unos 20 ó 25 platos más, entre entrantes, pescados y carnes. La vajillería y similar son buenos y el sitio, sin presentar incomodidades, está “bien aprovechado” por los dueños, con lo cual la separación entre mesas es un poco justa -sobre todo en la salita más amplia- pero si se va un poco temprano y se elige bien, existen un par de mesas encantadoras entrando a la izquierda y una más grande en el mismo sitio al fondo.

Paso a resumir la comida: ya digo que no había excesiva gana y apetecía, más bien, tapear de sentado -que ya se iba echando en falta (ahora comprendo el porqué los italianos nos envidian en el tema “tapas”)-. De ahí que, a la vista de lo ya sabido en la anterior experiencia, le propuse a mi mujer los dos siguientes platos:

El primero: de nuevo, una magnífica cazuela de cozze (mejillones) y vongole (almejas). Presentada en una especie de cubo, con unos costrones de pan que, esta vez sí, dejé caer al fondo para que se impregnase de una salsa de tomate de las de toda la vida, de las que hacían las madres... qué rica!! Los mejillones bien limpiados y de tamaño medio, muy abundantes. Las almejas también del mismo tamaño (quizá un poco menor), aunque algo menos abundantes. Algo tremendamente sencillo, pero rico a rabiar. Para, de hecho, chuparse los dedos. 16 euros.

Y el segundo, algo que en Venecia hacen bien en casi todos los sitios: la frittura mista. Abundantísima. Perfecta fritura, ligera, nada aceitosa. Muy variada (pescaitos, anchoas, gambas, langostinos, alguna cigalita, calamar, zanahoria, judía verde, pimientos verdes...). 22 euros.

Para acompañarlo, una jarra de chianti reserva del 07 -cuyo nombre no recuerdo- por el que se pagó 17 euros y que estaba presentado a perfecta temperatura, siendo tan aceptable que cayó en su integridad a pesar de tratarse de una cena ligera. El mismo formaba parte del elenco de unos 60/70 vinos, algunos de ellos por copas, que tienen perfectamente ordenados por precios, lo que siempre facilita la elección.

No hubo postres, pero sí debe comentarse el pan, que te presentan en una pequeña canastilla que contiene diversos tipos, siendo los mismos simplemente aceptables. Todo por un total de 60 euros/2 pax

En resumen: una cena ligerita y muy agradable. Lo segundo, en Venecia, suele resultar sencillo si evitas lugares propios de guiris y los estacazos. Lo primero, estando en el país de la pasta, la pizza y el rissoto, es más difícil. El restaurante comentado reúne las dos condiciones indicadas, y, además, dada la variedad de vinos a probar, permite salir del mismo con esa sonrisilla tontorrona que suele plasmarse en la cara de uno cuando, tras el disfrute, uno se da cuenta de que ha bebido más de lo que comió.

Segundo restaurante nocturno de Venecia. Mala experiencia la noche de antes y un cierto temor. Pero, ete aquí que rápidamente se me quita el miedo nada más ver el cartel del sitio elegido, que rezaba así: Ristoteca, esto es, a medio camino entre restaurante y enoteca. Mola el tema. Buenas sensaciones del local, confirmadas con posterioridad.

Ubicación y entorno: Ubicado en el campo San Barbana, un tanto apartado del circuito turístico del centro de la ciudad, pero no excesivamente alejado (a medio camino entre la Universidad Ca’Foscari y el puente de la academia -allí te deja un vaporetto- y en diez minutos llegas a la Ristoteca). Entorno exterior agradable. Una amplia plaza con una bonita iglesia enfrente del restaurante. En épocas de menos frío (ayer 2º grados y con aire) la ristoteca tiene una terraza que debe ser muy agradable, tanto más porque el interior no es muy grande.

El entorno interior es un auténtico encanto en decoración. Dos estancias: una al lado de la entrada y otra en una especie de saloncito. Todo en madera antigua -de la que cruje- pero excelentemente cuidada, adornado con un gusto, botellas vino limpias, ollas antiguas de cobre, jarrones con flores colgantes, cajas de botellas, cuadros minimalistas…Dispensadoras de vino por copas.. El vino como protagonista. Muy bonito; qué buen gusto con tanta sencillez. Por cierto, capacidad para unas 60 pax.

Mesas de madera -alguna, de tamaño un poco justo, pero suficiente- situadas en pequeños rincones (aprovechando el local), con sillas cómodas. Un tanto juntas, pero sin agobios, dando una buena sensación de calidez al local.. Por lo menos, donde estuvimos nosotros, no se apreciaba un ambiente ruidoso, y el restaurante estaba a rebosar (lunes por la noche) de parroquianos. Olvidaros de los manteles: son de papel de servicio individual (lo que impide una mejor nota), lo que contrasta, sorprendentemente, con la existencia de una buena cubertería, buenos platos -algunos de diseño- y un excelente surtido de copas muy a considerar.

Servicio y servicio del vino: El restaurante estaba lleno y, a pesar de ello, el servicio fue muy bueno. Perfectos en la atención, rapidez en la toma de la comanda y en el servicio, platos sacadas todos prácticamente a la vez. Muy bien en este aspecto. Y mejor aún en el servicio del vino: tenían una carta de considerable amplitud -lo vi por el grosor de la misma-. Tomamos dos vinos distintos: dos blancos del friuli, uno más afrutado, otro un poco más seco, ambos muy ricos, servidos a óptima temperatura. Hubo cambio de copas entre uno y otro vino. Servidos en alguna ocasión, con excelente corrección por el camarero. Dispensadores de vinos por copas manteniendo temperatura. En fin, un sólo un pero: al ir a los servicios vi que tenían al lado alguna caja con vinos tintos… pero hasta el mejor escribano echa a veces un borrón.

Comida: Tiene un un par de menús (uno de ellos vegetariano, ambos sobre los 25/30 euros). Buena y variada carta: Unos 8 entrantes, 10 primeros variados, 7/8, pescados y otras tantas carnes. El entrante estaba claro: había visto cómo el de la mesa de al lado se estaba comiendo unos mejillones con tomate en una cazuela enorme situada en el centro de la mesa con auténtica delectación (la mujer miraba a la hija de ambos como diciéndole “deja a papá, que éste está en la gloria”. Pues nada, el primero decidido.

Y qué buenos estaban: en realidad, en la carta se decía que eran mejillones y almejas, si bien estas últimas eran de un tamaño mínimo, asemejándose, mucho más, a lo que viene siendo las chirlas. Daba igual, los mejillones -perfectamente limpios y de tamaño medio (los que más me gustan)- estaban gloriosos con una salsa de tomate ligera y con un tono picantito que estaba divina. Presentada en una gran cazuela con 8 o 10 costrones de pan frito que, si bien en un principio dificultan comer el ingrediente principal, hay que intentar echar para abajo para que se mezclen con la salsa y empapen -que lo hacen-. Me comí sólo 4 -era el primer plato- y me supieron bien ricos

En cuanto al segundo, pues después de dudar, volví a repetir en un plato que sigue sin convencerme. Espaguetis al nero di sepia, los cuales me resultan un tanto pesados para cenar. Buena cantidad -la sepia, tierna y concentrada al fondo del plato-, si bien la pasta, a mi juicio, cocida “a la española”, esto es, un tanto pasado de cocción y perdiendo ese “dente” maravilloso que una buena parte de los italianos clavan a la perfección. Simplemente un plato justo. En su conjunto, la comida es algo más que correcta, pero sin llegar al notable, salvo mejor elección -como hicieron mis compañeros de mesa (lubinas/ fritura de pesce con buena pinta, espaguetis con verduras…)

El pan aceptable: presentado en unas canastillas, del tipo barra tradicional, pre-cortado en generosos trozos y acompañados de unos grissinis salados.

Postre: No tomé, aunque había alguno que me llamaba la atención, pero no podía más. Hay para elegir 6 ó 7, aparte de una buena selección de grappas y bebidas espirituosas. Nos sacaron al centro de la mesas con los cafés unos de los mejores biscottinis que me he tomado en Venecia.

El precio: 46 euros/pax. Ello incluye la comida de todos los que estábamos (todos pidieron postre menos yo), así como las dos botellas de vinos y 6 de agua y 4 cafes. Sólo 5 euros más que en el sitio ayer comentado y con un nivel de calidad -y calidez- infinitamente superior.

En resumidas cuentas: un sitio para ir con la pareja para estar tranquilos, o con algún niño en plan familiar y tranquilo. O, también, para montar una buena juerga con los amigotes/as, poniéndote bien de los vinos que allí te sirven (insisto, muy bien). Un todoterreno en el que me he encontrado de cine. Yo volveré seguro. Si os pilla cerca, haced parada y fonda, que no os arrepentiréis.

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