Existe en Vietnam una preciosa ciudad, la más bonita en la que he estado en el país, que se llama Hoi An. Data del siglo I y fue entre el XVI y XVII cuando alcanzó su máximo esplendor. Desde el año 99 forma parte de la lista de Patrimonio de la Humanidad y es que atributos no le faltan; su trazado urbano, su bella arquitectura, sus pequeñas tiendas de artesanía e incluso su mercado textil donde existe la posibilidad de encargar camisas y pantalones a precios irrisorios, hacen que sea una parada imprescindible en esta república socialista.
Y dentro de la variada oferta hotelera, The Nam Hai es la más cara de las opciones, pero también de largo, la mejor. El complejo abarca una extensa superficie que llega hasta su maravillosa playa. Las edificaciones, de innegable inspiración asiática, pero con unas líneas puras, rectas y minimalistas mezclan con exquisito gusto exotismo y modernidad. La organización de todo el conjunto guarda unas proporciones y una simetría increíbles. El agua, la vegetación, la pizarra, el mármol, la madera y el hormigón armado han sido combinados armoniosamente y se integran en el entorno de una forma geométrica admirable. El epicentro del recinto, la zona a la que se ha dotado de una mayor importancia visual es la infinita piscina principal, más larga que ancha, y que termina a poca distancia del mar. El mismo número de palmeras a cada lado la flanquean, y alrededor de ella gira casi toda la actividad.
El catálogo de villas a elegir es amplio, pero hasta la más sencilla de las habitaciones satisface al máximo los deseos de cualquier viajero por exigente que pueda ser. Una vez dentro nos encontramos con una estancia diferente a cualquier otra en la que hubiéramos estado antes. El diáfano y rectangular espacio rodeado de ventanas se divide en tres ambientes:
Un amplio cuarto de baño con dos lavabos, ducha interior y exterior, bañera y vestidor ocupa la zona anterior, a la derecha de la entrada.
La parte central, la forma una estructura elevada con espacio a ambos lados que se compone por una especie de tatami con mosquitera, mesillas integradas en el armazón, TV y bañera con jacuzzi.
Finalmente y bajando unos escalones, un tresillo con mesa y otra TV quedan enfrentados a un muro de cristal desde donde se divisa el horizonte.
Como el perímetro es extenso y suele hacer calor, cuando prefiramos no dar un paseo, tendremos a nuestra disposición carros eléctricos de golf o bicicletas.
The Nam Hai es la "Joya de la Corona" de los resorts vietnamitas y eso se nota en el esmeradísimo servicio de su orgulloso personal y en los servicios que ofrece; la selección de masajes y SPA, los desayunos y la diferente oferta gastronómica de sus restaurantes, especialmente el de comida francesa, están a la altura de lo esperado y colman cualquier expectativa.
Un hotel de meditación, sin ruidos artificiales, sin niños, sin decoración superflua pero con todo tipo de lujos y comodidades.