la de este hotel situado en el centro de Santander y ubicado en un antiguo cine. Fuimos en avión con esa compañía que tanto da que hablar últimamente sin ningún contratiempo (tocaremos madera).

En poco más de una hora nos plantamos en la capital de Cantabria. Desde el Aeropuerto sale un autobús cada media hora que nos dejo a escasos 10 minutos andando del Coliseum.

Al llegar nos informan que como hay habitaciones libres ya la tenemos asignada y nos dieron una Silken Club más espaciosa y con vistas al centro histórico.

El equipamiento de la habitación notable: mobiliario moderno, decorado con cierto gusto. Muy buena la iluminación. Caja fuerte, mini-bar, amplio escritorio y wi-fi gratuito. Almohadas muy comodas y camas correctas. Calefacción con mando individual.

El baño amplio y espacioso, bien iluminado con toallero térmico, secador y "amenities" superiores a la media.

Las instalaciones se completan con ciber-corner gratuito, bar y restaurante. El desayuno caro como en casi todos (14.50e) por barba. Por supuesto a esos precios ni me lo planteo. Al lado mismo en el Bar Botánico por 4e tomamos un desayuno completo con zumo de naranja natural, un mini-bocata y un café con leche muy bueno, de "manual", de los de antes.

La situación del hotel ideal para una escapada urbana pues tienes la Catedral, El Mercado de la Esperanza, La Plaza Porticada, El Ayuntamiento y la Biblioteca Menendez Pelayo a un paso, además de una "surtida" zona peatonal de buenas tiendas con ausencia de Grandes Superficies (lo cúal agradezco).

El servicio de recepción muy amable y rápido tanto en la entrada como en la salida. A excepción de una persona que ante la pregunta por el tiempo del día siguiente me indico literalmente "no se, lo que ponga ahí" (un cartelito con la previsión del tiempo).

Un hotel muy recomendable al precio de 65e la noche para disfrutar de una ciudad tan bonita y cuidada como es Santander aunque solo hayan sido dos días con un estupendo guía local y Veremero de pro para más señas. Habrá que volver.